Editorial: Se abren las puertas del saber

Lo que se le de a los niños ellos lo darán a la sociedad

Abrió sus puertas la escuela y entraron muchas palomas... para muchos es el regreso a clases, a la segunda casa, mientras otros inician un camino que les permitirá descubrir un mundo más amplio.

Se inicia este lunes 29 un nuevo curso o periodo escolar, un hermoso encuentro con las vocales o el repasar lo aprendido, adentrarse en el maravilloso mundo de los números o subir a las estrellas.

Conocer las letras, cómo hacer el dos, saber de los insectos, la naturaleza, hablar de lo que se conoce, escuchar a la maestra... ¡hacer una oración! Aprender qué hay entre las paredes de ese edificio que recibe a todos con la bandera y las puertas abiertas. Siempre es emocionante volver a las aulas, ver a los amiguitos, a la maestra, los libros, aprender, y lo que bien se aprende no se olvida.

Los pequeñines -contentos o llorosos- comprenderán un día no muy lejano que aprender es como viajar y que un viaje de mil millas comienza con el primer paso.

Con cada regreso a clases se retoma y fortalece el socializar, se conoce a nuevos maestros y profesores, esos que merecen todo el respeto y la atención; junto a ellos los padres, familiares, los vecinos, la comunidad, es muy difícil quedar fuera cuando se toca o aborda lo relacionado con la educación y el proceso educativo.

El hogar, los padres, deben desempeñar un rol de suma importancia, insistir en el respeto, las buenas costumbres, la importancia de aprender a leer, escribir, sacar cuentas, saber de geografía y de ciencias. Claro, no sólo está lo que se aprende, muchos padres miran más lejos y hablan a adolescentes y jóvenes de la posibilidad de un mejor empleo, de concluir estudios, de graduarse. El futuro no se puede perder de vista y en él incide de manera prominente la educación.

José Martí, cubano, escritor, periodista, patriota, afirmó: “… cada hombre cuando viene a la tierra tiene derecho a que se le eduque, luego en pago contribuir a la educación de los demás”. Y por si fuera poco remarcó: “La ignorancia mata a los pueblos”. Tiene toda la razón.

Por eso quienes abrazan la noble misión de enseñar merecen el mayor respeto, un maestro es como un padre, su tarea es relevante, contribuye a la formación de generaciones. Debe primar el orgullo cuando un abogado, médico, periodista, ingeniero, mecánico, dependiente, barbero, le presenta al novio (a) a su maestro. ‘Él fue mi maestro (a), le debo mucho de lo que soy’. Así debe ser, con toda justeza, porque honrar honra.

La escuela es como un templo, una fragua del espíritu. No le falta razón a quien dijo: “Hombre, pueblo, nación, estado, todo está en los humildes pupitres de la escuela”. Los estudiantes deben acudir cada día a su encuentro de manera puntual, limpios, deseosos de aprender, convencidos de que no se trata de una pasarela o un lugar cualquiera para reunirse con amigos.

 

Martí, siempre es bueno volver a Martí, sentenció: “Saber leer es saber andar, saber escribir es saber ascender”. 

 

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