Opinión: Banderas y acentos

Por Jorge RAMOS

Cuando el actor español, Antonio Banderas, hizo su primera película en Estados Unidos en 1992 casi no sabía inglés.

De hecho, se aprendió fonéticamente sus textos en inglés y así protagonizó la película Los Reyes del Mambo. Eso es tener talento y audacia.

El éxito de Banderas en Hollywood ha crecido junto con la ola latina. En ese 1992 había solo 24 millones de hispanos en Estados Unidos. Ahora somos más de 55 millones y muchas cosas han cambiado.

“La realidad de este país es que puede haber un astronauta que tenga un acento hispano y se ve con naturalidad”, me dijo Banderas en una entrevista.“Ha sido un cambio importante que en Hollywood hayamos roto el estereotipo… Hay mucho poder hispano detrás de la cámara y frente a la cámara.”

Ese poder latino -en el cine, en la música, en la economía, en la política- es el que tontamente ha ofendido el candidato presidencial Donald Trump. A pesar de sus insultos contra los inmigrantes mexicanos, Trump no podrá llegar a la Casa Blanca sin el voto latino. Y uno de los primeros en criticarlo fue Banderas.

“Te iba a decir que me dolió”, me comentó Banderas, “pero en realidad no: las mentiras no duelen. No deberíamos reaccionar de forma demasiado airada a los comentarios de este señor. Con amabilidad y educación debemos, simplemente, recordarle el significado profundo y complejo que tiene la comunidad hispana de este país. Y el trabajo que se ha hecho por añadir color a Estados Unidos.”

Decenas de películas después, Banderas habla perfectamente el inglés y usa su voz sin miedo. Pero aún no ha perdido su acento de Málaga. Me crucé con él durante la promoción de su última película -Los 33- sobre los mineros chilenos que quedaron atrapados durante 69 días en una mina en Copiapó, Chile, en el 2010.

Fue, creo, la entrevista menos exclusiva que he realizado: Banderas llevaba 165 entrevistas en cuatro días. Pero su entusiasmo por el proyecto era palpable. Tanto que escribió un poema al respecto: “Abre la boca tierra, traga y vomita, ya vienen los guerreros del pico y la pala…”

¿Por qué hacer en inglés una película cuyos protagonistas -todos- hablan español? Bueno, así trabaja Hollywood. Una película en inglés puede tener éxito mundial -y de esa manera los estudios recuperan su inversión- mientras que en español sería mucho más difícil. “La sensación que tenemos es que vamos a alcanzar, quizás, a un público más grande,” me explicó. Los 33 acaba de estrenarse en Estados Unidos pero fue un extraordinario éxito de taquilla en Chile y en otros países latinoamericanos, donde salió subtitulada.

Banderas protagoniza al líder de los mineros atrapados, Mario Sepúlveda.

“Mario es un hombre que perdió a su madre justo al nacer”, me contó Banderas, “y la vida después le dio la oportunidad de poner al servicio de sus compañeros esa capacidad de supervivencia. Es un hombre muy carismático, un poco loco como yo.”

Banderas, a sus 55 años de edad, dice estar en “la segunda parte del partido de mi vida” y no quiere desperdiciar el tiempo. Quiere protagonizar al pintor malagueño, Pablo Picasso, y el director Carlos Saura está comprometido con sacar adelante el proyecto en español. Pero, de nuevo, para que salga la financiación de la película quizás la tendrían que hacer en inglés. Saura y Banderas están en medio de la guerra de los idiomas y del dinero.

Y hay algo más. Banderas quiere volver a dirigir. ¿Por qué? Quiere que su voz y sus opiniones se escuchen. “Como actor interpretas un poco el pensamiento de los otros”, me explicó. “Pero como director eres mucho más dueño de lo que estás diciendo y es algo que me apetece. Estoy escribiendo mucho en esta época. Estoy tratando de ponerme detrás de la cámara cuánto antes para contarle a la gente cómo veo el tiempo que me ha tocado vivir.”

El tiempo que le ha tocado vivir a José Antonio Domínguez Banderas ha estado lleno de batallas y de cambios. Muchos le agradecemos el haber sido de los pioneros de la ola latina, de los que creyeron que sí se podía tener éxito en Estados Unidos con un acento hispano y de los que se rehusaron a dejar a un lado su origen e identidad.

 

Y ahora apenas comienza el segundo tiempo.

 

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