¿Quién va a cantar O sole mío como tú?... Al músico, al amigo Antonio Carnota

Por Roberto PELÁEZ

Es difícil creerlo, asimilar una noticia tan cruel.

El amigo de todos, el pianista, el compositor, el que se echaba a todos en un bolsillo por su carisma y talento, ya no está entre nosotros. ¿O sí?

Le diste tanto a esta comunidad, ANTONIO CARNOTA, sin pedir nada a cambio. Tu inmenso talento estaba siempre a disposición de la gente. Cómo olvidar el virtuosismo, tu manera de tocar el piano, de cantar, de platicar con todos. De complacer.

Lejos de familiares allegados, encontraste en la comunidad hispana de Las Vegas a muchos hermanos y hermanas, esos que hoy todavía se resisten a creerlo. Esperan verte aparecer en cualquier momento. 

“Dime que no es cierto”, insistió el también maestro Mariano González. Deseoso de que fuera un mal entendido, un equívoco. “Si hablamos hace poco para ofrecer un concierto juntos”. El tono de voz del brillante artista del arpa era un reflejo de su dolor. La realidad nos golpeó. Son las cosas de la vida, tan acostumbrada a los golpes bajos.

Quien te conoció no se acostumbrará a tu ausencia, prefiero pensar que te preparas para una película, dada tu entrega en el filme sobre Gardel, en el que pusiste todas tus fuerzas, el entusiasmo, el desvelo. Tu arte.

Sabes que de ti nunca se podrá hablar en pasado. ¿Quién va a cantar O sole mío como tú? Las manos sobre las teclas blancas y negras, la contagiosa sonrisa, la alegría, el platicar y tomarte fotos con este, aquel, el de más allá... tu facilidad para hacer amistades, ayudar, ofrecer tu exquisito arte es reservado para los grandes.

Era -es- un honor ser tu amigo, y tenías tantos. Sin exagerar, quienes te conocieron saben que brindar cariño resultaba una de tus virtudes más sobresalientes. Eso, reitero, está reservado sólo para los grandes.

Ya no podemos platicar, al menos por el momento, desear que el tiempo se detuviera y seguir conversando de este tema, de aquel, de tantas cosas... prefiero recordar los buenos momentos, tus palabras: “estoy en Los Ángeles pero sin falta estaré en la presentación de tu libro”. Sin sacudirte el polvo del camino allí estabas, tan contento como si fueras el autor de Gentes. ¡Esas lecciones de humildad tan tuyas!

Gracias por cada una de tus acciones. 

Tenlo presente amigo, hermano, siempre serás gran parte de la felicidad de esta comunidad que te admira, respeta y quiere. A la que supiste ganarte.

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