Gracias por el ejemplo y el inmenso amor a Nevada

Por Rafael ROMERO

Decir adiós es también una oportunidad para crecer, más que todo inspirados en el ejemplo de esa persona que se adelanta en el camino de la vida.

Harry Reid, como todos, tenía virtudes y defectos, pero lo importante es ser objetivos, poner las acciones en una balanza. El hecho de oponerse a la privatización del Seguro Social es algo que millones de personas deben agradecer.

El fallecimiento de un líder de la estatura de Reid conmocionó a millones de personas, algunas de ellas asentadas en el valle y que llamaron a la oficina para exteriorizar sus sentimientos, referirse a su personalidad, y al trabajo que por años llevó a cabo como figura pública.

Fue su entrega, la manera de defender sus criterios, el empeño por favorecer a Nevada, resaltar lo concerniente al estado, su sostenida y abnegada labor, la que lleva a muchos a afirmar que es imposible escribir la historia del ‘Estado de Plata’ sin mencionar su nombre, destacarlo en letras mayúsculas.

El quehacer de Reid, su amor por Nevada, deben servir de acicate para dar lo mejor en cada puesto de trabajo, de estudio, como político, empresario, ama de casa, nevadense. Queda su ejemplo, ese que nada ni nadie podrá opacar. Se puede coincidir o no en ideas y posturas políticas, pero la historia nunca muere. Es imposible, o en extremo difícil ignorar, poner a un lado lo que hizo este hombre por los nevadenses. Entonces su ejemplo debe fungir como inspiración. A los hombres, más que sus palabras, lo desnudan de cuerpo entero sus acciones, el amor por lo suyo, sus raíces. 

Recién llegado a Las Vegas, en mis primeros meses en el semanario El Mundo, más de una vez nos cruzamos en la oficina, pues le gustaba visitar a su amigo Eddie Escobedo Sr., cambiar impresiones, sencillamente ‘ponerse al día’, han pasado los años y recuerdo su figura, ligeramente encorvada, pero más que todo su sonrisa, esa que -aunque él se empeñara en pasar inadvertido-, llamaba la atención, contagiaba, enviaba un mensaje de optimismo.

Ante el desenlace, queda volver al poeta: “la muerte no es verdad cuando se ha cumplido bien al obra de la vida”.

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