Sentenciado el violador y asesino de madre e hija hispanas

El 15 de abril de 2012 la comunidad hispana del valle amaneció conmovida. La noche del 14 Bryan Clay entró a la vivienda de la familia Martínez y perpetró allí lo que muchos, cinco años después, consideran una pesadilla, una verdadera tragedia. 

Arturo Martínez y su familia fueron víctimas del ataque de Clay, quien ultrajó a Yadira Martínez (de 38 años) y a su pequeña hija Karla, y luego las asesinó. Arturo, por su parte, recibió fuertes golpes en la cabeza que requirieron tratamiento quirúrgico y por supuesto un tiempo considerable hospitalizado.

La comunidad respondió de inmediato a aquella tragedia, tendió su mano a la familia y organizó venta de comida y car wash. Tres meses después del triste y estremecedor suceso Arturo ofreció una conferencia de prensa y relató la terrible escena que vio al recuperar el conocimiento “mi esposa estaba tendida junto a la puerta de la recámara, las paredes llenas de sangre, luego vi a mi hija, y enseguida a mis hijos Alejandro y Christopher, desolados...”

Durante la reinauguración de su gimnasio de boxeo, en las proximidades de Civic Center y Cheyenne, en North Las Vegas, Arturo Martínez, acompañado de familiares, amigos y aficionados al boxeo, subrayó: gracias a mi religión católica, a mi fe en Dios he perdonado a Bryan Clay, el hombre -desconocido para nosotros- que entró en mi casa armado con un martillo, me golpeó en la cabeza, luego violó y asesinó a mi esposa y a mi hija... confío en que un día comparezca ante Dios y responda por sus acciones.

En plática con los medios de prensa  aquel día de julio del 2012, Martínez, con evidentes problemas a la hora de articular palabras, manifestó que su fe le ayudó a no dejar que la ira o el ansia de venganza se apoderaran de él, a pesar, agregó, del intenso dolor que siento junto a mis hijos de 9 y 5 años, que sobrevivieron el brutal ataque. Durante el juicio el niño mayor fue llamado a  comparecer y también ofreció detalles de lo que vio y vivió; le tocó a este pequeño trasladarse a la escuela y comentar allí el terrible panorama que había en su casa: su madre y hermanita muertas, su papá golpeado, su hermanito más pequeño llorando, y sangre en varios lugares de la vivienda.

Clay, que en 2012 tenía 22 años, declaró recientemente que no recordaba nada del doble asesinato, pues se encontraba bajo los efectos de sustancias tóxicas. Defendido por el abogado Christopher Oram, el acusado recibió un veredicto de ‘of life without parole’

 

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