No quiero vivir mi vida teniendo miedo: Joumana Haddad

[Joumana Haddad ha incursionado en la prensa cultural. Por eso no le extrañan los cotos y las mezquindades que en ese círculo se mantienen. Pero ha ido más allá: en la televisión con un programa sobre derechos humanos y ahora editando una revista cuyo tema ha encendido el ánimo masculino árabe profiriéndole amenazas de muerte. Porque debatir sobre el cuerpo femenino no es un tema cultural abierto no sólo en ciertas mentalidades árabes, sino en el mundo entero…]

Joumana Haddad (Beirut, Líbano, 1970) es una periodista que hace 20 años no hablaba español, pero ya dominaba otros cinco idiomas. La entrevista la hace en castellano con un léxico muy por encima del promedio de un hispanohablante nativo. Vino a México para presentar La hija de la costurera (2019), una novela de contenido intimista que le ha servido como catarsis para, al menos, “enfrentar un difícil recuerdo” de su infancia, pero la coyuntura pandémica mundial la orilló a volver a su país tan pronto como llegó, no sin antes otorgarnos esta entrevista.

 

Conversación con la abuela

Haddad inició la novela cuando tenía siete años de edad, según confiesa:

—Fue el día en que mi abuela materna se suicidó. Yo la descubrí en el suelo de la cocina de su casa… fue el momento en el cual la conversación con ella empezó.

Desde entonces ha publicado 14 libros entre ensayo, poesía, teatro y cuento. En la novela no había incursionado:

 —Siempre me decía que no quería escribir una novela; pero en 2015, cuando empecé a planear La hija de la costurera, descubrí que en realidad no estaba lista para escribir esta historia —porque la llenaba de dolor familiar.

La escritora afirma que su novela no le permitió liberarse del dolor, pero sí le dio un poco de paz:

—Sentí una forma de felicidad porque pude, de la mejor manera que me fue posible, hacer el homenaje que siempre quise hacer a mi abuela… y, claro, también a todas las otras mujeres que sufren y que siguen sufriendo en todas las partes del mundo.

El sentimiento que más le brota cuando mira su novela es el de la satisfacción, dice. Pero reconoce que los demonios siguen merodeando en torno suyo:

—El dolor sigue dentro. Sin embargo, ahora tiene un nombre, un título, un cuerpo y una estructura; tiene muchas historias y eso es lo que me ha dado satisfacción…

Haddad comenzó a escribir poesía y cuento a los 11 años de edad. Paulatinamente comenzó a aprender idiomas de una manera muy natural, casi circunstancial:

—Empecé con el árabe y el francés, porque Líbano es un país francófono…

Luego aprendió el inglés en la escuela.

 

 

Cultura y derechos humanos

Después del suicidio de su abuela, Haddad le pidió a su madre que le enseñara armenio:

—Porque era el idioma que ellas hablaban y yo no entendía. Por eso quise aprenderlo.

Y ya lo habla. Luego, en el periodo entre guerras, se dedicó a estudiar italiano de manera autodidacta:

—Después aprendí alemán y apenas, hace casi 15 años, comencé con el castellano.

El hecho de hablar tantos idiomas le abrió la puerta al periodismo. Inició como traductora debido a que su árabe era muy bueno; sin embargo, su meta siempre fue trabajar en la sección cultural, que consiguió después de cuatro años. Más tarde la hicieron jefa de la sección, permaneciendo con ese puesto 20 años.

Una de las cosas que más valora es la plataforma que pudo construir:

—Escribía el editorial y ahí podía expresar mis ideas y convicciones…

Además fue así como se introdujo en el mundo de la literatura.

Hoy en día ya no trabaja en los diarios. Desde hace dos años tiene un programa de televisión con temas de derechos humanos en el mundo árabe, labor que disfruta mucho porque hace algo que la convence:

—Nunca pude tener un trabajo que me apasionara tanto. Sé que ahora es un privilegio, porque hay muchas personas que no pueden ganarse la vida haciendo lo que quisieran hacer.

Asegura que el primer consejo que le dio a sus hijos fue elegir carreras por las que sintieran pasión:

—De esa manera no van a ser infelices, pues pasamos gran parte de nuestras vidas trabajando.

En su faceta de periodista cultural, Haddad fue testigo de una escena muy común en el resto del mundo: el entorno de los celos, amistades, corrientes, mezquindades. Sin embargo, el único problema que resalta es el de la autocensura:

—Hay muchos artistas que tienen miedo de decir las cosas tal como son... México (NOTIMEX)

 

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