El mundo vive una epidemia de miopía y algunos investigadores creen haber encontrado la solución

Tanto la imagen que ilustra este texto como el llamativo titular que lo inicia pertenecen a un preocupante artículo publicado en la prestigiosa Revista científica Nature que esta semana alerta del reciente “Boom de la miopía”, un problema de visión que se está extendiendo con rapidez por todo el mundo y que por sus datos se ha ganado el calificativo de epidemia global.

Y es que los datos son realmente llamativos, sobre todo entre la gente joven. En Europa y Estados Unidos la miopía afecta ya al 50% de las personas menores de 19 años, mientras que ese porcentaje se eleva sorprendentemente hasta llegar a cotas superiores al 90% en algunos lugares de Asia como Taiwán, Singapur o China. Pero el record absoluto lo ostenta Corea del Sur y su capital Seúl en donde un 96% de los jóvenes sufren miopía.

Gracias a los avances en medicina en la actualidad la miopía no pasa de ser un inconveniente que en la gran mayoría de los casos puede ser corregido mediante gafas, lentes de contacto o incluso cirugía, sin embargo el artículo de Nature advierte también que alrededor de una quinta parte de los universitarios de Asia Oriental sufren miopías severas, y en la mitad de ellos se espera el desarrollo de pérdida irreversible de la visión.

La miopía es un defecto de refracción en nuestra visión que deriva en dificultades para enfocar correctamente los objetos lejanos que se muestran borrosos y con poca definición. Aunque existen enfermedades que pueden desencadenarla, debemos advertir que su origen es principalmente genético transmitiéndose de padres a hijos.

Aun así, la reciente epidemia de miopía ha tenido desconcertados a los especialistas puesto que el componente genético y hereditario de esta afección no explica este radical aumento de casos.

Durante mucho tiempo no se pudo constatar que las condiciones medioambientales tuviesen una incidencia efectiva en la aparición de miopía en niños o jóvenes, sin embargo, estudios muy recientes han descubierto que los hábitos de vida tienen mucho que decir al respecto.

Elie Dolgin, autora del artículo, cita un estudio realizado en diciembre del año pasado por la OECD (Organisation for Economic Co-operation and Development) en el que se ven claramente las diferencias en las costumbres de los niños en diferentes países. Así por ejemplo en Shangai un joven de 15 años pasa una media de 14 horas semanales realizando tareas en casa, frente a las cinco horas de los niños en el Reino Unido o las seis horas en Estados Unidos.

¿Puede ser que las horas al aire libre influyan en la aparición de la miopía?

Al margen de los aspectos genéticos predominantes en esta afección visual, los investigadores llevan años estudiando si existen otros elementos, como las horas al aire libre y la exposición a la luz natural, que puedan estar relacionadas con la aparición de miopía a estas edades. 

El artículo de Nature cita un estudio realizado en 1990 encontró que los adolescentes en Israel que asistían a escuelas conocidas como “Yeshivas” donde pasaban horas y horas estudiando textos religiosos mostraban tasas de miopía mucho más altas que los estudiantes en otras escuelas donde pasaban más tiempo al aire libre y menos horas en las aulas leyendo.

Estudios muy similares han aparecido en las últimas décadas, sin embargo para muchos investigadores aunque la idea era atractiva aún no se sostenía ya que podría ser fruto de una correlación más que de una causalidad efectiva. La mayoría de estos artículos eran estudios estadísticos de los cuales no se podía extraer una conclusión en firme. Muchos se centraban en la realización de diversas tareas como lectura o el uso de ordenadores, sin embargo la clave parecía estar, no en el uso de estos dispositivos, sino en las horas que los niños pasaban al aire libre.

Lo que los científicos necesitaban era encontrar un mecanismo fisiológico que conectase realmente las horas de exposición a la luz natural con los efectos en la visión.

En la actualidad ya han aparecido diversos estudios que pueden haber desentrañado el misterio y la clave está en la dopamina, un neurotransmisor presente en infinidad de funciones del sistema nervioso. A este respecto resulta fundamental un estudio realizado en el Institute for Ophthalmic Research de la Universidad de Turingia en Alemania en el que utilizando pollos recién nacidos se les expuso a diferentes niveles de luz durante 15 minutos diarios. Tras pasar algunos días, los pollos expuestos a la luz natural presentaban un 40% menos de miopía que el grupo que había sido expuesto a luz artificial.

Por tanto en nuestros días la hipótesis que se está extendiendo entre muchos investigadores es que laluz solar estimula la liberación de dopamina en la retina, un neurotransmisor que tiene un papel muy importante en la forma del globo ocular durante su desarrollo temprano.

No se trata tanto de la actividad que se realiza sino de dónde se realiza. Por eso, en Singapur, uno de los países con más alto índice de miopía entre sus jóvenes, se ha iniciado una campaña para que los niños pasen más tiempo al aire libre y menos tiempo bajo la luz artificial de sus habitaciones o de las aulas de sus escuelas.

 

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