Editorial: El valor de dar sin esperar nada a cambio

Amar sin condiciones, esa es la premisa, lo prioritario, lo inaplazable... lo demás viene después, incluida, por supuesto, la generosidad, esa palabra tan de moda en estos días navideños, cuando lo ideal (sin utopías) es dar, más aun a quienes tienen menos, los necesitados, sin esperar recompensa ni nada que se le parezca. Tiene que ver con aquello que la Biblia resalta: querer al prójimo como a uno mismo.

Como todo, o casi todo, también la generosidad tiene su valor. No puede perderse de vista que la verdadera generosidad es la que exige un esfuerzo personal para ‘desprenderse’ de algo en favor de una o más personas.

El ejemplo del abogado Stephen Reid, destacado en la página 6 de esta edición, es valedero y se debe tener en cuenta para quienes desean practicar la generosidad; él desde hace tres años acude en ayuda de los desprotegidos, tanto cuando las altas temperaturas se hacen sentir en el verano, como en estos días de frío.

Por supuesto que la llamada generosidad navideña no se limita o va dirigida sólo a personas ajenas a la familia, también el ‘desprendimiento’ puede estar encamindado a los familiares cercanos o no tan cercanos.

No se puede poner a un lado o ignorar que la satisfacción que trae consigo hacer una donación, brindar ayuda espiritual o material, no se puede comparar a la que uno siente cuando es el que recibe. ¿Verdad?

Cinco palabras resuenan este año, y lo harán en los que siguen: es mejor dar que recibir, y tal frase abre todas las puertas que conducen a la práctica de la generosidad, a esa que se debe llevar a efecto con total disposición, sin esperar recompensa o algo a cambio.

Es válido reiterar que el más beneficiado, cuando se practica la generosidad, es precisamente el que da, el que se acerca a los más necesitados para tender la mano, aun cuando donar duela sencillamente porque significa un sacrificio personal... entonces la alegría, lo que se siente por dentro es mayor.

En esta navidad, entiéndase bien, no se vale escatimar, regale amabilidad, sonrisas, contagie con su alegría, abrace, de cariño, dígale a las personas que las aprecia y que significan mucho... también puede dar lo material que esté dentro de sus posibilidades. Recuerde que la paz interior tiene un valor incalculable. 

Claro que no todas las personas tienen la misma facilidad de palabras, o son muy elocuentes a la hora de platicar de sus sentimientos, pero éstos se pueden trasmitir de muchas maneras.

Por ejemplo, si usted es parco de palabras, no tiene esa facilidad, puede decir a un familiar, a un vecino, a un amigo, a un compañero de trabajo, al empleado que lo atiende... gracias por existir, o es usted muy importante.

Algo que muchas veces se pasa por alto o no se repara en ello, es que junto a la inclinación por practicar la generosidad en esta temporada, también debe ir todo lo relacionado con el agradecimiento... hay mucho porqué agradecer, tan solo eche un vistazo, tiene un techo, familia, alimentos, salud, trabajo, amigos, posiblemente tenga hasta un vehículo. Y lo mejor de todo: Dios lo mira con amor.  

 

Aparte del hermoso ambiente que se vive, se palpa por estos días, la navidad, no lo olvide, trae consigo la excelente oportunidad de invitar a todos a ser mejores personas. No eche esta opción en saco roto.   

Top