Latinoamérica se disputa el concepto de democracia: García Linera

En América Latina no hay una tendencia definitiva en el discurso político ni para los conservadores ni para los progresistas a partir del año 2015, estimó Álvaro García Linera, exvicepresidente de Bolivia en el gobierno de Evo Morales, en una conferencia en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Los golpistas, los grupos paramilitares que perpetran violaciones, así como quienes luchan por la igualdad, hablan simultáneamente de democracia, por lo que ese sistema político es un territorio en disputa en Latinoamérica, señaló el boliviano en el marco de la conferencia El proceso bolivariano en el contexto latinoamericano hoy.

En los años 70 era muy distinguible la diferencia entre regímenes dictatoriales y sistemas democráticos, mientras que en los 80 se desarrolló una democracia privatizadora, desigual, que remarcó el empobrecimiento de las poblaciones, diferenció García Linera.

La ola progresista en América Latina, a la cual calificó de “democracia de igualdad”, que se desarrolló entre los años 2000 y el 2015, dio lugar a un nuevo espacio de ambigüedad y disputa, que es el que vivimos hoy en día, consideró.

En Bolivia se alcanzaron niveles de bienestar que consolidaron paradigmas a nivel mundial, como la reducción de la desigualdad y el aumento durante una década del 11 por ciento anual de los sueldos de trabajadores, entre otras cosas, sostuvo el exvicepresidente, quien dejó el cargo el 10 de noviembre de 2019 junto a Evo Morales.

“No puede haber igualdad económica ni igualdad política si no hay también igualdad identitaria, y eso significa desmontar también la etnicidad como un bien evaluable, o devaluable”, señaló García Linera.

Hoy en Latinoamérica se disputa qué se va a entender por democracia en el futuro, dijo.

Las derechas latinoamericanas

Las fuerzas conservadoras apelan a la elección para presentar sus proyectos, no apelan al estado de excepción, como sucedió con los autoritarismos latinoamericanos del siglo XX, pero cuando sus intereses se ven amenazados recurren al momento excepcional de la violencia mediante golpes civiles militares, grupos armados, bloqueos, intervenciones externas o mecanismos legales para acrecentar los golpes.

“Es una derecha con formas de luchar mucho más flexibles, puede recurrir a la violencia y puede recurrir a las elecciones, no es una derecha que tenga un método de lucha exclusivo”, distinguió el también académico.

Además, busca utilizar la acción colectiva en función de sus intereses, pues aprendió de la izquierda la importancia de la movilización, dijo García Linera.

Las derechas latinoamericanas tienen base social, no son solamente élites pensando en sus intereses, sino que tienen la capacidad de movilizar sectores sociales en favor de sus agendas, señaló. Los afectados de los procesos de transformación social suelen ser reclutados por la derecha como base.

“Toda mejora de las condiciones de vida de la gente más humilde ha de afectar necesariamente a alguien”, declaró el exvicepresidente.

En América Latina, estas derechas están articuladas en las élites más ricas, que se ven afectadas por la nacionalización de recursos y otras políticas de igualdad social, que socialmente son grupos muy pequeños.

Las clases medias tradicionales son interpeladas por estas élites para constituir base social en favor de sus intereses, evaluó García Linera como hipótesis. Una clase media que supo aprovechar una economía de privilegios y recomendaciones, influenciadas por la cultura de la gestión de empresas estadounidenses.

Los procesos de igualdad social promueven una movilidad social ascendente para las clases pobres, lo que se traduce en el surgimiento de una nueva clase media.

“Un 30 por ciento de la población boliviana asciende en sus ingresos en una década, muchos de ellos son obreros, comerciantes, nuevos profesionales, trabajadores independientes, transportistas, nuevos intermediarios con el Estado”, distinguió.

La democratización social genera un hecho de justicia social, expresó el exvicepresidente, pero que afecta a los sectores que antes del cambio eran privilegiados.

Esta movilidad social genera un “pavor de estatus” entre los grupos tradicionalmente privilegiados, que acusan a los pobres en ascenso de arribistas o bien los descalifican por sus rasgos populares, consideró García Linera.

Estas clases medias "agraviadas" constituyen una parte de las bases del proceso de restauración del estado de desigualdad favorecido por las élites, añadió.

 

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