Opinión: Nicaragua... Llegó el momento

Hay momentos en que no se puede dudar. Ni fallar. Y en Nicaragua acaba de ocurrir uno de esos momentos que se convierten en símbolo y que lo cambian todo. El protagonista es un joven de apenas 20 años de edad. Su increíble historia, en un momento.

Pero antes, el crimen. Las protestas contra el régimen de Daniel Ortega en Nicaragua, hace más de dos meses, tomaron a muchos por sorpresa. Durante años Ortega y su esposa, la vicepresidenta Rosario Murillo, habían tenido un muy abierto romance con la iglesia católica y con los empresarios. Y casi nada en Nicaragua se movía sin su aprobación. Daniel y Rosario -en Nicaragua les llaman por su primer nombre- se estaban convirtiendo en los mismos tiranos que ellos ayudaron a derrocar. Primero fueron los Somoza. Ahora eran los Ortega.

Pero luego cometieron un gravísimo error de cálculo. A mediados de abril propusieron un cambio al seguro social que fue recibido con fuertes protestas. La represión a esas protestas fue brutal y hubo varios muertos. Ahí Daniel y Rosario perdieron cualquier pretensión de legitimidad. Ya no se trataba, únicamente, de unos gobernantes autoritarios sino de líderes que ordenaron, autorizaron o permitieron la muerte de muchos jóvenes. Eso lo cambió todo.

La lucha se transformó. El nuevo objetivo era sacar a los Ortega del poder.

Se llamaron a unas mesas de diálogo -entre el gobierno y la oposición- y es ahí donde Lesther Alemán apareció. Lesther es un estudiante universitario, en proceso de graduarse, que tiene una imponente voz de locutor. Los estudiantes y empresarios (que ya le estaban dando la espalda al régimen) lo escogieron a él para hablar. “Sentí un reto total”, me dijo Lesther en una entrevista. “Nunca había hablado en cámara o en una conferencia de prensa… No me imaginaba cómo iba a repercutir.” 

Y repercutió. Lesther se paró, tomó el micrófono y le dijo lo siguiente a Daniel Ortega, en su cara: “Nosotros hemos puesto los muertos, los desaparecidos, los que están secuestrados. Esta no es una mesa de diálogo. Es una mesa para negociar su salida. Y lo sabe muy bien. Porque el pueblo es lo que ha solicitado”.

Nunca, nadie, se había atrevido a decirle a Ortega en público lo que muchos nicaragüenses murmuraban en privado. Ortega lleva 23 años al frente del país: primero de 1979 a 1990 y luego del 2006 a la fecha. Los orteguistas dicen que este es un intento de golpe de estado. Lesther no está de acuerdo.

“No somos golpistas”, me dijo. “No tenemos a nuestro favor grupos paramilitares. Tampoco estamos involucrados en guerrillas, ni nos administra un partido político. Lo que hemos querido construir aquí en Nicaragua es el sueño de volverle al país el sentimiento de república. La democracia ha sido secuestrada hace más de 12 años”.

Siguiendo el libro de texto de Venezuela, el régimen de los Ortega ha reprimido sangrientamente a los estudiantes con la esperanza de que el miedo se cuele en las casas y las familias no permitan salir a sus muchachos. Más de 160 personas han muerto hasta el momento. Pero las protestas no han parado. Se llamó a un paro nacional y hay calles bloqueadas para impedir el paso de la policía. El país se le ha volteado a los Ortega.

“Es nuestro sueño y lo veo cumplirse: Daniel Ortega deja el poder”, me comentó Lesther sin mostrar ninguna duda. “Sí podría ver al presidente abandonando el poder. Estoy convencido. Ellos no tienen más poder que los paramilitares”.

El de Ortega es el poder de las balas. Y del miedo. “Yo estoy en una casa de seguridad”, me dijo Lesther, escondido en algún lugar de Nicaragua, durante nuestra entrevista vía Facebook. “Lo que más temo es por mi familia y también por mi vida. El miedo está”.

Aquí está el enlace de la entrevista por televisión https://www.youtube.com/watch?v=p56PXZtrtpA

 

En Nicaragua suelen pasar cosas imposibles. Me consta. Estuve en Managua el día que los sandinistas perdieron las elecciones frente a Violeta Barrios de Chamorro en 1990. Pocos lo creían factible y, sin embargo, ocurrió. Esta vez la historia se puede repetir. Si algo nos han enseñado los nicaragüenses es que, tarde o temprano, por las buenas o por las malas, se deshacen de sus dictadores.

 

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