Un vacilón en forma de libro... Cuba: la isla de la historia

Por Roberto PELÁEZ

En medio de la ‘ebullición’ que experimenta la comunidad hispana en lo concerniente a la publicación de libros, irrumpe desenfadado Enrique González, autor de un ejemplar desde ya imprescindible.

A la hora de clasificar Cuba: la isla de la historia, quizás algunos titubeen, se vean ante una disyuntiva, no sepan si están ante un libro de historia (con todas las de la ley), digno de guardarse en bibliotecas, figurar en enciclopedias sobre el tema, o sencillamente un ejemplar que es preciso -por lo ameno y jodedor- tener siempre a mano.

A pocas horas de que el autor me lo obsequiara, no tengo la menor duda de que se trata de un viaje -exergos incluidos-, un viaje sin exceso de equipaje, literalmente una ‘escapada’ para reír de principio a fin. Un regreso a las raíces, pero ojo: así no me la habían contado.

Estudioso, lector incansable, con un ‘ojo clínico’ tipo radar, capaz de captarlo todo, González es (de cuerpo entero) un jodedor cubano, entonces no sorprende que sumerja o lleve de la mano al lector en un viaje de casi 200 páginas, que justo es decirlo, se leen de un tirón.

Desde la ubicación geográfica, los indígenas, la suculenta comida de aquella época, la llegada de Cristóbal Colón y Diego Velázquez, los africanos, las nalgas de las cubanas, la toma de La Habana por los ingleses, el problema que trajo consigo la ausencia de baños públicos... y más, aparecen explicados en este libro de una manera que no admite desperdicio.

González, sin vueltas de hoja, da un fuerte golpe en la mesa con su obra Cuba: la isla de la historia, corrobora su sagacidad y la valía de su pluma, denota una labor pausada, minuciosa, no por gusto apunta: “leer, investigar, escribir, juntar toda esta salvajada que envié a la Editorial Primigenios, me tomó casi tres años”.

Antes de proseguir es válido consignar que el editor Eduardo René Casanova Ealo -también tuvo a su cargo el diseño- y Mauricio Amat -ilustración de cubierta- ratificaron su experiencia y profesionalismo. Felicidades, gracias por lucirse.

Con este libro de reciente aparición, el lector puede hacer un alto en sus estudios de geografía y por supuesto de historia, deambular por estas páginas le permitirá adquirir otros conocimientos (sin dudas de una manera más amena y reveladora), aprenderá aspectos relacionados con la piratería, la distribución del botín -en correspondencia con la jerarquía-, del ron y las garrafas de vino, detalles de lo que muchos (as) llaman ‘los dulces de la abuela’, los cambios experimentados por el idioma español entre los habitantes de la isla, el sugerente y delicado mensaje de la frase “cuidado, si te cortas con vidrio inglés”. Así las cosas.

La guerra por la independencia protagonizada por los mambises, el daño causado por el regionalismo, tampoco escapan a González, nacido en el seno de una familia de asmáticos en Diez de Octubre, en la capital cubana.  La presentación será el domingo 19 de mayo.

Si es cubano, la pieza del capitalino González clasifica como esas que no se pueden dejar para leer después. 

“El daño está hecho”. Y lo peor, amenaza con los tomos II y III. Advertencia, no presto mi ejemplar.  El 19 él firmará sus libros. No se lo pierda. 

 

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