Leontxo García: “Con ajedrez en las escuelas, el mundo sería mucho mejor”

El escritor español Leontxo García, uno de los principales promotores del ajedrez en el mundo, aseguró que si los niños estudiaran en las escuelas el llamado juego ciencia, crecerían más pensantes y con empatía.

 “Con ajedrez en las escuelas, el mundo sería mejor porque el ajedrez enseña a pensar jugando y eso haría que la gente utilizase su cabeza de manera más racional e hiciera honor al apelativo de Homo Sapiens”, aseguró en una entrevista con EFE el principal contador de historia del ajedrez en idioma español.

García estuvo en México como parte de una gira por algunos países latinoamericanos, en los que se reunió con Ministros de Educación y autoridades gubernamentales para proponer que el ajedrez llegue a los colegios y sea impartido como sucede con las matemáticas.

“He tenido buena respuesta; me preguntan qué quitan para meter el ajedrez y yo les digo, nada, al menos en la primera fase porque el método que mejor está funcionando en países muy distintos, varios de ellos de habla hispana, es el transversal e interdisciplinario y el juego entraría muy bien en eso”, dijo.

El promotor del juego explica que en una escuela donde el ajedrez sea popular es posible explicar gran parte de la historia universal en paralelo con la historia del ajedrez y eso va a hacer que los niños entiendan mejor. 

“No he encontrado ningún profesor de historia que tenga un ejemplo mejor para explicar la Guerra Fría entre Estados Unidos y la Unión Soviética que con el campeonato del mundo entre el estadounidense Robert Fischer y el soviético Boris Spassky, en 1972.

Hace 40 años Leontxo era un buen jugador, camino de convertirse en Gran Maestro, pero decidió ser cronista más que competidor y hace décadas se ganó un respeto como columnista del periódico El País, y como periodista de radio y de televisión.

Con la autoridad que le da conocer las aperturas y defensas y tener una relación casi familiar con los mejores jugadores de la última mitad de siglo, García comenta los torneos, es invitado a conferencias, publica libros y tiene entre sus prioridades convencer a los gobiernos de poner a los niños a jugar ajedrez.

“Los alumnos con quienes se emplea el ajedrez como herramienta educativa mejoran su inteligencia, incluida la inteligencia emocional y, además, obtienen mejores resultados académicos, sobre todo en matemáticas y en comprensión lectora”, explicó.

En sus pláticas en congresos Leontxo suele insistir en que con el ajedrez los niños mejoran la capacidad de tomar decisiones, entienden que toda acción tiene consecuencias, aumentan la concentración, son más pacientes y conectan mejor los dos hemisferios cerebrales, entre otros beneficios.

“La lista de capacidades, virtudes o habilidades que desarrolla el ajedrez es larguísima. Yo destacaría dos que me parecen especialmente importantes; una sería el control del primer impulso y la otra el pensamiento flexible”, indicó.

El periodista cree que el cliché según el cual el ajedrez es aburrido resulta fácil de rebatir porque el juego funciona bien en niños hiperactivos y si fuera tedioso, eso sería imposible.

“Hay cada vez una sensibilidad más positiva hacia el valor del ajedrez como herramienta educativa. Esa idea empieza a cuajar y, por tanto, muchas personas influyentes en el mundo de educación empiezan a asumir que es un momento apropiado para promover un juego que enseña a pensar y cuyas indudables virtudes pedagógicas están respaldada por serios estudios científicos”, dijo.

Autor de varios artículos y ponencias sobre las mujeres en el ajedrez, el escritor que llegó a tener dos normas de Maestro Internacional explica que la tendencia a la igualdad entre hombres y mujeres puede ayudar a que en algún momento más mujeres estén entre las mejores del mundo, como sucedió con la húngara Judith Polgar, con triunfos sobre los mejores jugadores hombres del último medio siglo

Leontxo cree que en la mayoría de los países del mundo, el ajedrez tiene una etiqueta de masculinidad: “Las muñecas son para las niñas y los juegos de ajedrez son para los niños, aunque eso empieza a ser diferente”.

“La mejor manera de cambiarlo rápido es introducir el ajedrez en la etapa preescolar, en niños de dos a seis años; para esas niñas que están viendo ajedrez cada día en el aula en un tablero gigante, cantando, bailando, el ajedrez es algo cotidiano y por tanto la etiqueta de masculinidad desaparece. Yo creo que la clave está en la educación”, concluyó. Querétaro (EFE)

 

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