Las Vegas Woman of Power Award... Margarita sobresale por su generosidad

Por Roberto PELÁEZ

La mujer que tengo delante no cabe en sí de alegría. Muchas exponentes de la comunidad le envían sus felicitaciones.

Margarita Mora, primero estuvo nominada entre un grupo de 35 mujeres para ‘Las Vegas Woman of Power’, específicamente en la categoría de filantropía.  No doy m#ás vueltas: Acada de ganar el  premio por su generosidad y altruismo. ¡Qué hermoso! Gracias.

Con el mayor desprendimiento del mundo apunta: 

“Le debo mucho a mi madre, soy hija única, cuando ella estaba embarazada, perdimos a mi padre... volcó entonces todas sus fuerza en propiciarme una buena educación, en amar a la gente, a la comunidad, cultivó en mí la vocación de servir.

“Desde bien temprano, continúa, me platicó de valores, de fuerza de voluntad y responsabilidad, luchar por salir adelante, a crecerme ante los obstáculos, y por encima de todo servir, tender la mano a los más necesitados; eso hago hasta hoy y creo que no la decepciono”. Decepción es una palabra que mi entrevistada no conoce, por el contrario, ella se entrega toda.

Por supuesto que admiro a cada una de las mujeres nominadas al referido premio, mi respeto, sin embargo tengo la certeza de que el galardón está en manos excelentes. 

Que conste, el Premio de dar sin esperar nada a cambio, estar siempre para ayudar, tender la mano, alentar, motivar a los demás, es sencillamente HERMOSO.

Tan hermoso y sensible como los gestos que distinguen la vida y trayectoria de esta mujer, orgullo de la comunidad, ella tiene bien claro aquello que dijo Jose Martí: ‘Toda la gloria del mundo cabe en un grano de maíz’.

En el caso de Margarita Mora, basta con platicar con otras personas, con representantes de diferentes organizaciones, para saber cuánto se multiplicó esta mujer en los momentos de la pandemia. “Estaba aquí, allá, siempre acercándose a la gente, preguntando, sugiriendo, ayudando”, coinciden todos.

“Lo mejor, explica, es que mi madre no sabe leer ni escribir, es una mujer iletrada, pero nunca me faltaron sus palabras de aliento, se empeñó en que conociera el valor de la educación, aprendiera dos idiomas, me acercara a los libros, aprendiera y viera en ella a una mujer trabajadora, que me entregara con todas mis fuerzas en la realización de mis sueños”.

Si alguien puede exteriorizar el sano orgullo por el reconocimiento entregado a esta mujer oriunda de Los Ángeles, es precisamente su madre, por eso no sorprende que una lágrima de emoción se deslice por su mejilla mientras sujeta con suavidad la mano de su adorada hija. La mira y susurra: “gracias”.

Con naturalidad, la mujer que se ha impuesto a tantos obstáculos, deposita un beso en la frente de su madre y emprende el camino a las oficinas en que labora.

“Claro que es significativo que reconozcan la labor de una persona -yo en este caso- pero lo importante es no ‘perder el piso’, valoro la humildad, esa es la que nos hace mejores seres humanos”, afirma.

 

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