Opinión: La promesa de Xóchitl

Por Jorge Ramos

Le acababan de decir a Xóchitl Gálvez que ella iba a ser la candidata única de la oposición para las elecciones presidenciales en México.

Hay reportes de que lloró. La senadora priísta Beatriz Paredes se había retirado de la contienda pues no le alcanzaban los números de las encuestas. Era miércoles por la tarde y había que hablar. No se podía desperdiciar ese momento cuando todo el país oía.

Había anochecido cuando cerca de 10 mil personas abarrotaban la Expo Santa Fe en la ciudad de México. Entre empujones y gritos –“¡Presidenta! ¡Presidenta!”-, y un mar de celulares grabando el momento, Xóchitl llegó al podio y ahí, emocionada, soltó una promesa que la va a marcar a ella y al país hasta las votaciones el 2 de junio del 2024.

“Les vengo a ofrecer la victoria”, dijo impactada por el recibimiento. “Le vamos a dar la paz a México, sin odios, sin pleitos”.  Es una promesa gigante.

Xóchitl primero ofrece ganarle a un presidente sumamente popular -seis de cada 10 mexicanos apoyan su gobierno- y a cualquiera de sus “corcholatas” que resulte candidato oficial. Y digo hay que ganarle a AMLO porque está claro que el mandatario se ha metido a fondo en las críticas a Xóchitl y en la promoción de su sucesor(a). Y lo seguirá haciendo, sea legal o no.

El proceso de elección del candidato de MORENA ha estado tan lleno de irregularidades y “desorden”, como ha denunciado frecuentemente el aspirante Marcelo Ebrard.

Quisiera concentrarme en parte de la promesa de Xóchitl “le vamos a dar paz a México”. Ese es el punto central. “¿Cuál es el principal problema que hay en el país?” preguntó en agosto el periódico Reforma. El 67 por ciento de los encuestados dijo que la “inseguridad”. Más que todos los preocupados por corrupción, economía, desempleo, pobreza y salud.

No debe sorprender a nadie, aunque el presidente insista en que “vamos bien”. No puede ir bien un país con más de 150 mil asesinatos y pudiera tener decenas de miles más antes de entregar el poder. No puede ir bien un país que a finales del 2022 tenía 109 mil 171 personas desaparecidas. No todas las desapariciones ocurrieron en el gobierno de AMLO. Pero esos seres que nunca vuelven a aparecer y el horror de las fosas por todo el país han marcado también a este sexenio. Lo más frustrante son las amenazas de muerte a las madres buscadoras de desaparecidos. La impunidad reina.

Ese es el México que no queremos. Xóchitl lo ha entendido bien. Lo que no sabemos los mexicanos es cuál es su plan para reemplazar la fallida política de seguridad de “abrazos, no balazos”. El expresidente Felipe Calderón no pudo. Peña Nieto tampoco. Y AMLO ha sido un fracaso completo; más aún por su fantasiosa insistencia de vender como un éxito un país marcado por la sangre y la violencia.

Antes de la efervescencia de estos días, tuve una entrevista con Xóchitl. Aún no anunciaba sus aspiraciones presidenciales y tenía la ventaja de hablar sin compromisos partidistas ni arreglos en lo oscurito.

¿Qué va a hacer usted para enfrentar la violencia en México? Le pregunté. “Hoy no tengo una propuesta de seguridad pública clara”, respondió con sinceridad. “Te puedo hablar de las ideas que tengo como senadora, de lo que hay que hacer en el país. Quitar la impunidad. Darles recursos públicos a las policías estatales, que no los tienen. Sentaría a los mejores expertos del mundo y de México para establecer una estrategia. Hay demasiados fracasos de expresidentes... no han podido encontrar la solución”.

Es preferible decir no sé y buscar ayuda con expertos, a implementar un sistema que deja más de 80 muertos al día.

La respuesta de Xóchitl no va a aguantar mucho más. Los mexicanos no tienen paciencia para esperar otro año antes de saber cuáles son sus planes para reducir criminalidad y desaparición. El principal reto de la próxima presidenta será evitar que maten a tantos mexicanos.

La última parte de la promesa de Xóchitl “sin odios, sin pleitos” es fundamental. AMLO, como Trump en EEUU, ha dividido familias, amigos y al país entero. Eso es innecesario. Entiendo que las visiones de país entre los partidos políticos sean distintas, pero podemos estar de acuerdo en una política de seguridad que funcione.

Menos muertos, menos miedo, más unión, más alegría. Eso es lo que queremos Xóchitl.

 

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