Por Ken RITTER
B.B. King creía que cualquier persona podía tocar blues, y que “mientras la gente tenga problemas, el blues nunca morirá”.
Pero nadie podía tocar blues como B.B. King, quien murió el jueves 14 por la noche a los 89 años en Las Vegas, donde había estado bajo cuidados paliativos.
Aunque siguió actuando hasta bien entrados sus 80, el ganador de 15 premios Grammy padecía diabetes y otras dolencias. Se desmayó durante un concierto en Chicago el pasado octubre, algo que luego se atribuyó a deshidratación y agotamiento.
Su quejumbrosa voz y su apasionada forma de tocar la guitarra establecieron la norma para un arte nacido en el sur de Estados Unidos y honrado e interpretado alrededor del mundo. Tras la muerte de Howlin’ Wolf y Muddy Waters hace décadas, King fue el más grande defensor de una tradición que inspiró a Jimi Hendrix y Robert Cray, Eric Clapton y los Rolling Stones.
King tocaba una guitarra Gibson, a la que llamaba de cariño Lucille, combinando hermosos punteos con sonoros acordes, sutiles vibratos y notas desgarradas.
El resultado podía producir escalofríos, al igual que su tema más conocido, “The Thrill is Gone”. Podía hacer llorar y gritar de angustia a su guitarra al narrar esa historia de amor desvanecido que terminaba lamentando en un tono gutural “Now that it’s all over, all I can do is wish you well” (“Ahora que todo ha terminado, todo lo que puedo hacer es desearte suerte”).
Su estilo era inusual. A King no le gustaba tocar y cantar al mismo tiempo, así que desarrolló un estilo de diálogo entre él y Lucille.
“A veces creo que hay más cosas por decir, para hacer que el público comprenda que intento hacer más”, dijo King a The Associated Press en 2006. “Cuando canto, no quiero que ustedes oigan sólo la melodía. Quiero que vivan la historia, porque la mayoría de las canciones tienen una historia bastante buena”.
King dedicó al blues toda su vida. Incluso cuando su salud desmejoró daba más de 100 conciertos por año. Creía que salir de gira prolongaba sus esperanzas de vida. “Hoy tengo la oportunidad de viajar en un autobús muy lindo y por la ventana puedo ver lo bello que es este país y lo maravilloso que es estar vivo”, dijo una vez. “Eso para mí es como tomar más vitaminas”.
De 1950 a 1970, viajaba unos 300 días del año y pasaba el resto del tiempo en el estudio. En 1956, él y su banda dieron 342 conciertos. Para 1967, había grabado 30 discos y 225 sencillos.
Keith Richards, al recordar sus interminables giras a mediados de los 60 con los Rolling Stones, dijo: “Eso no es nada... B.B. King dirá, ‘Si yo lo he estado haciendo por años’’’.
King, un caballero sobre y fuera del escenario, disfrutó del aplauso y de un considerable éxito comercial. El blues nació de la desesperación, pero King exhortó a los jóvenes negros en particular a darle una connotación positiva.
“La mayoría de las veces cuando la gente dice blues, es bastante negativo”, dijo al público en Houston en febrero de 1992. “Estoy aquí para decirles que el blues es una etiqueta que la gente le pone a una música que comenzó con gente negra, y que uno puede elegir entre lo negativo y lo positivo”.
King fue nombrado el tercer guitarrista más grande de todos los tiempos por la revista Rolling Stone, después de Hendrix y Duane Allman. Ganó 15 Grammy y vendió más de 40 millones de discos alrededor del mundo, una cifra extraordinaria para el blues. Fue incorporado al Salón de la Fama de la Fundación del Blues y al Salón de la Fama del Rock and Roll. Su álbum “Live at the Regal” fue declarado una grabación histórica digna de preservación en el Registro Nacional de Grabaciones de la Biblioteca del Congreso.
Su estilo influyó en artistas como Otis Rush y Buddy Guy, Clapton, Hendrix, John Mayall y Mike Bloomfield.
Los músicos incluso llamaron una sección del cuello de la guitarra la “caja B.B.” en su honor. Ubicada usualmente entre los trastes 10 y 12, dependiendo de la clave de la canción, es donde King retorcía y chamuscaba muchos de sus característicos punteos de guitarra.
“La guitarra eléctrica del señor King simplemente puede cantar, embellecer y llevar las tensiones armónicas a extremos deliciosos”, escribió el New York Times en una reseña de una presentación de King en junio de 1992. “Se contrae y crece con la precisión de la voz humana”.
Entre sus premios Grammy están el de mejor álbum de blues tradicional por “A Christmas Celebration of Hope” y mejor interpretación de pop instrumental por “Auld Lang Syne” en 2003; mejor interpretación masculina de R&B en 1971 por “The Thrill Is Gone”, y mejor grabación étnica o tradicional en 1982 por el álbum “There Must Be a Better World Somewhere”. Una colaboración con Clapton, “Riding With the King”, se alzó con el gramófono a la mejor grabación de blues tradicional en el 2001.
Riley B. King nació el 16 de septiembre de 1925 en la granja de un arrendatario cerca de Itta Bena, en el Delta del Mississippi. Sus padres se separaron cuando tenía 4 años y su madre se lo llevó a un pueblo aún más pequeño, Kilmichael. Su madre murió cuando él tenía 9 años, y cuando su abuela también falleció King vivió solo en una cabaña primitiva, sembrando algodón para pagar deudas.
“Trabajaba con regularidad a los 7 años. Recogía algodón, manejaba un tractor. Los niños crecían sin pensar que esto era lo que tenían que hacer. Pensábamos que era lo que había que hacer para ayudar a nuestra familia”, dijo King.
Su padre eventualmente lo encontró y se lo llevó de regreso a Indianola. Cuando el clima era malo y King no podía trabajar en el campo, caminaba 16 kilómetros (10 millas) a una pequeña escuela. Desertó en el 10mo grado.
Un tío predicador le enseñó a tocar la guitarra. King no tocó ni cantó blues en serio hasta que se fue de su casa para unirse al ejército durante la Segunda Guerra Mundial. Entre los artistas de blues y jazz que lo inspiraron estaban T. Bone Walker, Blind Lemon Jefferson, Lonnie Johnson, Django Reinhardt y Charlie Christian.
Su primera oportunidad en la música le llegó con el góspel, cantando y tocando guitarra con el grupo Famous St. John’s Gospel Singers los domingos por la tarde en el estudio de la estación radial WGRM en Greenwood, Mississippi.
Pero pronto se fue a Memphis, Tennessee, donde su carrera despegó luego que Sonny Boy Williamson le permitió tocar una canción en WKEM.
Para 1948 King consiguió un trabajo en WDIA, la primera radio de Estados Unidos programada por afroestadounidenses para afroestadounidenses, como el “Chico de Pepticon”.
Hasta entonces había sido conocido como Riley King. Necesitaba algo mejor. El gerente de la estación le dio el nombre de “Beale Street Blues Boy”, y luego lo abrevió a B.B.
El éxito inicial vino con su tercera grabación, “Three O’Clock Blues”, en 1950. Salió de gira y desde entonces no paró.
King hizo su primera gira europea en 1968, tocó en 14 ciudades con los Rolling Stones en 1969 y apareció en programas televisivos que incluyen “Sesame Street” y “El príncipe del rap”. En 1989 apareció en “Rattle and Hum”, una película sobre U2, y tocó con la banda.
La música lo llevó desde los caminos de tierra de Mississippi hasta las reuniones más elegantes con líderes mundiales. Le obsequió una guitarra al papa Juan Pablo II y puso al presidente Barack Obama a cantar “Sweet Home Chicago”.
En el 2005, la cámara baja y el Senado de Mississippi declararon el 15 de febrero como el Día de B.B. King. El grande del blues dijo que hasta entonces nunca había puesto un pie en el Capitolio de Mississippi. Se secó las lágrimas y lo describió como su momento de mayor orgullo.
“Te digo que estaba en el cielo. Estaba tan feliz que lloré. No es algo que haga en público a menudo, pero las lágrimas simplemente bajaron. No pude evitarlo”, dijo King después.
King vivió en Las Vegas, pero Mississippi era su hogar. LAS VEGAS (AP)