Conozco mejor a mis padres y vivo como soñé: Manuel

Por Roberto PELÁEZ 

Supe desde bien temprano, siendo un niño, lo que significa crecer dentro de una familia afectada por el alcoholismo, en un ambiente de violencia, golpes, gritos, sin dinero para comprar alimentos, asegura Manuel, quien manifiesta pertenece al grupo de Al Anón “Aprendiendo a vivir”.

A veces tenía miedo de regresar a casa luego del horario de clases y al llegar pasaba de largo frente a nuestra vivienda, no quería entrar, comenta el entrevistado, oriundo de Xalacingo, en el estado mexicano de Veracruz; desde que me acercaba, prosigue, escuchaba los gritos, las discusiones... aquello no tenía nada de agradable, contrario a los demás niños deseaba que las clases no terminaran.

Mamá cedió ante las invitaciones de papá para que se diera un trago hoy, otro mañana, después no tenían que invitarla; papá creció también en medio de personas alcohólicas, mis abuelos, mis tíos, a todos el alcohol los deterioró primero -los dientes, el pelo, la piel, el comportamiento- y luego considero que les aceleró la muerte. Sin olvidar que todos ellos supieron lo que es ser rechazado por la familia. Perdieron sus amigos, el trabajo, la gente los veía por un lado y tomaban por otro, le viraban la cara, aduce Manuel.

Mis hermanos y yo tuvimos problemas en la escuela, nos vimos envueltos en peleas por las borracheras, aunque sufríamos en casa no queríamos que otros estudiantes nos hablaran mal o se burlaran de mi papá y mis tíos, abunda, sin embargo en el fondo queríamos que ellos cambiaran, fueran como los otros padres de familia, al menos así pensaba yo. A veces, subraya, por las golpizas no podíamos ir a la escuela, pero quedarse en casa era peor. Papá hasta nos exigía que buscáramos dinero.

Entre discusiones, palizas, situaciones muy feas que vivió mi hermana Rachell, no puedo negar que estábamos abochornados, aunque éramos muy jóvenes deseábamos irnos de la casa.

De vacaciones... sin regreso

Perdimos a mi abuelo, creo tomaba alcohol desde muy niño, dos de mis tíos enfermaron, también papá, y para colmo se cayó de una moto, ya no se recuperó, y mamá se deterioraba a tal punto que la ingresaron; después todo fue muy rápido, pasaron muchas cosas, pero no vale la pena platicar ahorita.

Con mi hermano Julio viajo en agosto de 1996 a Chihuahua donde teníamos parientes lejanos, en aquella casa no había problemas como los que conocíamos, sin embargo resultaba muy reducida, dejamos la escuela y comenzamos a hacer algunos trabajitos para comer, queríamos estar casi todo el día en la calle, pues en la casa todo molestaba, ya no nos miraban como al principio. Julito se fue a la casa de una mujer.

No recuerdo con exactitud cuando comenzamos a escuchar comentarios de personas que venían, que regresaban y casi restregaban que vivían mejor, hablaban de cosas que creo ni conocíamos, solo que ya estaba medio ‘enamorao’.

A fuerza de escuchar que si esto, lo otro, que si comprabas cualquier carro, jeans, un buen reloj, que siempre había dinero en la bolsa, pues nos animamos, en marzo de 1997 llegamos a El Paso. Entonces chocamos con el idioma, pero teníamos deseos de enfrentarnos a todo y salir adelante.

La familia... Al Anón

No quería, ni quiero, personas que tomen en mi casa, ni siquiera mis hijos, así los crié, es más, externa, para mi que tenía el hogar perfecto, la familia perfecta, pero debo reconocer que de alguna forma los varones me decepcionan, tienen otra forma de ver la vida; aunque no estaba en mi, comienzo a llamarle la atención con gritos, insultos, hasta que comprendo que no era yo, lo que había vivido, criticado, lo hacía con mis hijos, y gracias a la insistencia de mi esposa fui al médico.

Y fue el doctor quien me habló de Al Anón, primero escuchó todo lo que le dije, de mi niñez, todo lo que pasé, y me dijo: antes que medicinas necesitas ir a Al Anón, es una organización para ayudar a víctimas del alcohol, pero no desistas a la primera o segunda sesión, insistió.

En “Aprendiendo a vivir” conozco a otra familia, a personas con problemas parecidos a los míos, y casi desde el primer día, por testimonios de otros compañeros, libros, pues comprendo mejor a mis padres y también a mis hijos, yo mismo he cambiado, todo en casa es como soñé por años, concluye.

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