Corroborando: Lo que causa la nostalgia...

Hace unos días, hablando de nuestro mutuo y querido amigo Humberto Peña con Ricardo Castillo, alguna vez ex colaborador de El Mundo, nos referimos a la amargura y el resentimiento que expresa Humberto un día si y otro también, cuando se refiere al gobierno de México, en turno ahora del presidente Enrique Peña Nieto y por supuesto de su gobierno y todo lo que huela al PRI, partido al que según recuerdo nos contó él mismo que alguna vez sirvió fielmente, y hasta nos explicó muerto de risa como se hacían los “embarazos” de las urnas, el “ratón loco” y todos los trucos usados por los diferentes partidos políticos, en este caso el PRI, para ganar las elecciones. Todo esto sucedía, según el buen Beto, mientras él mismo era miembro del “partidazo” invencible de aquellos años en donde Humberto militaba en la región de Nuevo Laredo, México.

Por eso nos extraña con la saña que ahora trata en las llamadas Redes Sociales, las acciones de su ex partido y más que todo, atacando la supuesta imposición del actual presidente de México, Enrique Peña Nieto, a quien acusa entre otras cosas, de “haber comprado la presidencia”, y a su vez alaba al no menos nefasto PRD, cuna de desechos del PRI, y ahora al nuevo partido MORENA, propiedad exclusiva del eterno candidato, Andrés López Obrador, hambriento, no de poder, que ya lo tiene, sino de la ansiada Silla, la que ahora si se le ha hecho humo gracias a un inoportuno infarto, que lo ha obligado a suspender la orden de alterar el orden por medio de manifestaciones de protesta a lo largo y ancho del país “por la privatización de Pémex y en defensa del petróleo que la oligarquía se prepara a entregar al extranjero”, la mayor mentira de todas las mentiras, y agrega: “despojando al pueblo de su única riqueza” (¿Pues cuál?).

Conversando con Ricardo Castillo, ahora Corresponsal en S.M.A del diario impreso en inglés The News, de la saña con que se expresa nuestro mutuo amigo, comentó que todos esos mexicanos que viven del otro lado, lo que se puede ver en los partidos en que juega la Selección Mexicana de Fútbol en EU, en donde desahogan todas sus frustraciones, recibiendo siempre con una por demás irrespetuosa rechifla al Himno Nacional de ese país, residentes o indocumentados. Pero lo que los mueve más que todo, dice Ricardo, es la nostalgia de no poder visitar México, en donde todo ha cambiado, y no solo Humberto se expresa negativamente, sino generalmente toda la población que reside del otro lado, incluido, digo yo, mi hermano Manuel, insigne periodista ya retirado del diario La Opinión, de L.A, y radicado por muchos años en Pasadena, Cal., en donde vive con su mujer y sus tres hijos y quien igualmente, cuando hablamos insiste en que López Obrador fue despojado, a pesar de explicarle que se ha probado por todos los medios que AMLO perdió apretadamente la elección, más que todo por su exceso de confianza en las últimas horas, con Felipe Calderón. Y contra EPN ni siquiera figuró, por haber dividido a la izquierda, que reclamaba como mejor candidato al ahora ex regente de la Ciudad de México, Marcelo Ebrard, quien se hizo a un lado para dar paso a la egolatría del famoso Peje.

Por nuestra parte solo nos queda decirle a nuestro amigo del alma, Humberto. ¿Y... qué tal si resultas pariente de Enrique Peña?

LOS QUE A TODO DICEN NO

Por eso mismo, mi querido Humberto, nos permitimos reproducir a la letra, lo que dice el prestigioso Pablo Hiriart, comentarista independiente de TV, y Director del varias veces premiado diario “La Razón”, quien editorializa, a la letra:

Los que hoy gritan contra la reforma energética con el argumento de que se va a vender el país, hace exactamente 20 años decían lo mismo contra el Tratado de Libre Comercio. Se equivocaron entonces y se equivocan ahora. Son reincidentes. No aprendieron la lección que les dio la realidad. Y la realidad dice que antes del Tratado de Libre Comercio (TLC), México tenía un eterno déficit comercial con Estados Unidos. Hoy, 20 años después de su firma por los presidentes Salinas y Bush, padre, tenemos un superávit a nuestro favor de 91 mil 701 millones de dólares, solo en los primeros nueve meses de este año. Nunca han admitido su error, salvo contados casos de intelectuales que combatieron el TLC y han reconocido públicamente, con honestidad, que estaban equivocados. Los reincidentes que dijeron NO al TLC, y hoy dicen no a la Reforma Educativa, y no a la Reforma Energética, en realidad quieren que a México le vaya mal. Porque así les va bien a ellos.

Con la reforma energética México no va a perder su renta petrolera, sino que la va a ampliar. No vamos a obtener menos ingresos, sino que se van a incrementar. ¿Por qué oponerse a ello, si saben que están equivocados? En todo caso el debate para la izquierda debería estar en función de redistribución de los ingresos por concepto de hidrocarburos. Pero esta izquierda no tiene imaginación política para renovarse y exigir, por ejemplo, un paquete de recursos con destino a seguridad social, de los remanentes de la venta de petróleo y gas. En lugar de entrar al debate de, qué se va a hacer con los excedentes petroleros que van a ir a un fideicomiso a cargo del Banco de México, toman la tribuna, cantan el himno nacional y llevan a ancianos (a sueldo), a protestar contra un dictamen que desconocen. O tratan de prolongar lo más posible las sesiones para retrasar la votación de la reforma energética, como si la tardanza les diera tiempo de construir alguna argumentación. Y otra vez, los partidos que llevan el peso de la transformación del país son el PRI y el PAN. No hay de otra. Sacaron adelante el TLC y ahora sacan adelante la Reforma Energética.

Nada hay nuevo bajo el sol. Cuando se trata de reformas profundas para el país, esas son las dos fuerzas llamadas a cerrar filas en favor de la modernización. A ver si ahora los liderazgos de ambas fuerzas políticas comprenden que su destino es ir con una agenda común en lo fundamental. Y en las elecciones si quieren que se saquen los ojos. Pero a la hora de actuar en el Legislativo, esa es la alianza que funciona. La izquierda es demasiado conservadora, le tiene miedo al cambio y carece de imaginación para refundarse. Y aquí termina el Editorial. Cómo la ve desde ahí.

Y sin más, solo deseando a nuestros amigos y lectores una muy pero Muy Feliz Navidad, y que de veras nuestro amigo Peña resulte pariente del preciso... ya seguiremos... Corro... borando.

 

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