Los Golden State Warriors y los Boston Celtics dieron en San Francisco el pistoletazo de salida a las Finales de la NBA, en un duelo en el que la experiencia de los californianos, que pelean por su cuarto anillo en ocho años, choca con el descaro de Jayson Tatum, Jaylen Brown y Marcus Smart.
En busca de su cuarto anillo en ocho años (desde 2015 solo se ausentaron en las Finales de 2020 y 2021), los Warriors se presentan a su cita con los Celtics con la confianza por las nubes tras su rotunda victoria en la final del Oeste ante los Dallas Mavericks de Luka Doncic (4-1).
Tras dos años de lesiones que les dejaron fuera de los ‘playoffs’, los de Steve Kerr son todo sonrisas con una maquinaria en la que las piezas parecen engrasadas.
Stephen Curry y Klay Thompson siguen siendo un dúo letal y arrollador, Jordan Poole ya es el tercer miembro de los “Splash Brothers”, Draymond Green representa el alma del equipo y sostiene al equipo en defensa, Kevon Looney se pone las botas en la lucha por el rebote.
A diferencia de los Celtics, los Warriors llegan con las piernas frescas. Golden State disputó 16 encuentros (4-1 a Denver Nuggets, 4-2 a Memphis Grizzlies y 4-1 a Dallas Mavericks).
Los Celtics jugaron 18 partidos y sus dos últimas eliminatorias (Milwaukee Bucks y Miami Heat) les exigieron llegar hasta el séptimo encuentro. Los Warriors cuentan con un parte médico más favorable.
Sin percances en su quinteto inicial, los de San Francisco confían en ampliar su rotación en las Finales si regresan los lesionados Otto Porter Jr., Gary Payton II y Andre Iguodala.
El carácter ganador de Curry, Thompson y Green es incuestionable, pero no hay que olvidar el enorme trabajo desde el banquillo de Steve Kerr. Redacción Deportiva (EFE)
