El milagro se ha hecho

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Por Reinaldo CEDEÑO PINEDA 

Lo soñé tanto que el universo conspiró para que se hiciera realidad. Y llegué a México, al Pacífico mexicano, a Colima. Fue un milagro. Hecho uno, se asomó el otro: me encontraría con Fernando del Paso, un clásico vivo. El autor de las novelas Palinuro de México y Noticias del Imperio, el ganador del Premio Cervantes de Literatura (2015), considerado el Nobel de las letras hispanas.

Iba a encontrarme con aquel que definió a México como “el país de los 18 climas y los 400 volcanes y de las mariposas grandes como pájaros y de los pájaros pequeños como abejas”.

Cuando pregunté a dónde nos dirigíamos, se hizo silencio. El silencio cómplice cruzó las calles de piedras volcánicas y abrió el portalón. Penetramos a un hermoso patio, a una galería. El destino se empeñó en poner el subrayado: me encontraría con Fernando del Paso en el Museo Universitario Fernando del Paso. 

Lo veo aparecer: un octogenario de abundante barba, de blanca barba. Un venerable. Llega junto a su esposa, Socorro Gordillo. Le ayudan en la andadura. El rector de la Universidad de Colima, el secretario de cultura, la directora del museo… todos le agasajan. Temo adelantarme, pero no habrá otra. 

Lo primero que me asalta a la mente es mi profesora de Literatura Hispánica. ¿Qué haría ahora mismo si tuviera delante al escritor de Noticias del imperio, ella que hablaba en las aulas de la novela total, ella que invocaba sus letras como una revelación?  

Espero, aguardo, velo. Ya estoy junto a él. Ladea el rostro cuando hurgo en mi memoria y salen unas líneas, unas palabras de su novela sobre Maximiliano y su imperio, formado durante la segunda intervención francesa en México (1863-1867). Una novela histórica y una historia de amor. El tiempo nunca socava las pasiones. La historia nunca está tan lejana que no pueda tocarnos.

Hay un instante para la eternidad, cuando se aprieta el flash. Y otro como para guardar en testamento, cuando le digo que vengo de Cuba. No hay palabra, sino un gesto de asombro. ¿De asombro, de inquietud, de remembranza? Su mano va a la mía. Ligeramente aprieta, ligeramente se va.  

De pronto, detrás de las arcadas, emerge la mismísima Carlota, la emperatriz, con todos sus títulos, con su entrada monumental:  

“Yo soy María Carlota de Bélgica, emperatriz de México y de América… mujer de Fernando Maximiliano José, archiduque de Austria, príncipe de Hungría y de Bohemia, conde Habsburgo, príncipe de Lorena, emperador de México y rey del mundo… 

“Yo soy Carlota Amelia, regente de Anáhuac, reina de Nicaragua, baronesa de Matto Grosso, princesa de Chichén Itzá… tengo ochenta y seis años de edad y sesenta de beber, loca de sed, en las fuentes de Roma. Hoy ha venido el mensajero a traerme noticias del Imperio”.

Fernando del Paso en el Museo Fernando del Paso contempla a la actriz Verónica Sanmiguel. Y María Carlota Amelia Victoria Clementina Lepoldina, me escoge, viene a mí. El silencio sobrevuela Colima. Ya no es octubre, no es 2017, no. El milagro se ha hecho.  

 

(NOTA: Trece meses después de aquel homenaje, muere el insigne escritor, a los 83 años, el 14 de noviembre de 2018)

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