Mariano y su arpa... de plácemes por 50 años de exitosa carrera

Por Roberto PELÁEZ

José Martí: Toda la gloria del mundo cabe en un grano de maíz

Cincuenta años, quién lo diría. Se puede afirmar que es más de la mitad de una vida, pero, y cuando se trata de una carrera artística ininterrumpida. El protagonista merece el reconocimiento de todos, si lo tenemos cerca, pues con sobradas razones es un orgullo de la comunidad.

Mariano González es un enamorado empedernido, desde muy joven quedó prendado de la vida, de la música, del arpa, y ha hecho de ésta última su novia fiel, le ha correspondido con todas sus fuerzas, con esa fuerza colosal que reporta la fusión del talento y la sensibilidad.

Paraguayo de nacimiento y afincado en Las Vegas, este virtuoso del arpa ha recorrido gran parte del mundo, miles y miles de personas han disfrutado de su indiscutible manera de hacer arte... él va cautivando aquí y allá, dejando a muchos boquiabiertos y a otros de pie, aplaudiendo.

Él no es de esos artistas que se regodean con la fama, se hacen rogar, no, él se acerca, saluda, toca, complace a todos, y junto con su maestría derrocha humildad. Eso lo hace más grande.

Medio siglo de carrera artística se dice fácil, como fácil parece todo lo que hace Mariano González con el arpa, tal es su ingenio y destreza, ante la cual no queda otra opción que quitarse literalmente el sombrero y aplaudir.

De fácil conversación, con este ‘monstruo’ -en el mejor sentido de la palabra- se puede platicar de música tradicional, del arpa paraguaya, de palancas y llaves, del primer viaje a Japón porque el saber no ocupa lugar, de las presentaciones en Nueva York y Washington, de sus innovaciones, de que ya no tiene que pagar en el avión por el arpa, del atrevimiento juvenil, del deleite a los oídos, del rasgar de las cuerdas, de su interpretación magistral de la pieza ‘Sobre el arcoiris’, en fin, de los grandes maestros, entre los que no se incluye, porque dice, esa decisión le toca a otros, al público que tanto respeta.

Mariano es un maestro, pero no sólo un maestro del arpa, también lo es como persona, aunque él no se da cuenta, por eso no sorprende que recuerde sus 50 años de vida artística como si se refiriera a las luces de Las Vegas. Tal es su sencillez.

‘Paseo imaginario’, o ‘Por fin llegó la hora’, son piezas de su autoría, pero no le gusta platicar mucho de eso, ni del tema de aquella película famosa, prefiere decir que hizo un pequeño arreglo a una obra trascendental, que espera le guste al público. Los grandes, los grandes de verdad son así, hacen todo tan fácil.

Se codea de guitarristas extraclase, de pianistas de esos que uno llama de otra galaxia, 50 años después de ‘acariciar’ el arpa, de dónde es Mariano... de Paraguay, de Las Vegas, no, él es del mundo.

 

Cincuenta años, medio siglo, quién lo diría. Gracias por su arte.

Top