Recrean ‘escuela’ en la fachada de una casa en la Ciudad de México

Un escultor diseñó y recreó en la fachada de una casa de la capital mexicana un contemporáneo calmécac, término con el que se conocen las ‘escuelas’ de los hijos de la nobleza de México-Tenochtitlan, capital del Imperio mexica que se ubicaba en el emplazamiento de la Ciudad de México.

La genuina vivienda, custodiada en su cornisa por las figuras de un caballero águila y un caballero jaguar, atrae la mirada de propios y extraños en la colonia (vecindad) 20 de noviembre, a unos metros del popular barrio de Tepito.

El dueño de la casa es Fidel Herrera, pero su diseñador es el artista Javier Nava Solorio. Ambos quedaron atrapados en el bachillerato por la historia prehispánica de México.

Solorio se percató entonces que en el municipio de Coacalaco, en el central Estado de México, un escultor estaba construyendo una casa con relieves de diversos temas sobre la fachada y además trabajaba la incrustación de piedras de diferentes tipos.

“Vi la casa y me llamó la atención”, contó Solorio en entrevista con Efe. El escultor en ciernes trabó amistad con el maestro escultor y fue él quien lo inició en ese arte.

Solorio asistía a la Facultad de Artes y Diseño de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y los sábados se iba a la casa del escultor para “aprender un poco”.

 “A mí siempre me han llamado mucho la atención nuestras culturas prehispánicas, me gustan y leo mucho sobre ello”, relató Solorio.

 “Desde que estábamos en la preparatoria Javier comenzó hacer trabajos o trataba de replicar cosas como la Piedra del Sol, conocido como el Calendario Azteca”, recordó Herrera.

 Solorio comenzó a utilizar esos simbolismos en su casa y años más tarde, se reencontró con Herrera y fue así cómo le hizo la propuesta de remodelar la fachada de la casa de sus padres. En 2009 elaboró un plan de desarrollo y los diseños. “Es una obra en proceso y no sé ha terminado por diversas razones”.

 BASADA EN DOCUMENTOS HISTÓRICOS

 El escultor relató que el diseño de la casa tiene como base el Códice Boturini, que describe el peregrinaje de los aztecas a la fundación de Tenochtitlan, y el Códice Mendoza, que es la crónica más completa de la ciudad.

Mientras que el Códice Mendoza está conformado por 71 páginas: una lista de tlatoanis, un registro de los pueblos sometidos y una narración sobre la vida cotidiana de los mexicas.

 Solorio contó que en diferentes plantas recreó la salida de Aztlán (tierra mítica de donde provienen los aztecas), la creación del hombre por parte del dios Quetzalcóatl transformado en hormiga y, finalmente, la fundación de Tenochtitlan encima de una laguna.

 “Parte de todos mis trabajos son referidos al México antiguo, me atrae esa parte y cada vez que me dedico hacer otras obras, regreso de nuevo hacia la parte prehispánica. Es una parte de mí”, apuntó. México (EFE)

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