Rosa Carmina, rumbera que llegó del mar

La Época de Oro del cine mexicano, más allá de las grandes figuras, de los rostros inmortales que marcaron los años 40 y 50 del siglo pasado, mostró al mundo también una cara sensual, de pies descalzos y vestimenta atrevida, que provocó suspiros y disgustos a las “buenas conciencias”.

Eran las cintas donde la belleza de María Félix desgarraba la pantalla solo con sus ojos; o de una Columba Domínguez de potente rostro, sumisa y con lágrimas en las mejillas, que aplacaba las ansias del director Emilio Fernández.

Con la cadencia del azulino mar Caribe, llegó a México, en 1944, Rosa Carmina, una de las cuatro artistas cubanas que formaron el cuadro de las rumberas del cine mexicano: María Antonieta Pons, Amalia Aguilar y Ninón Sevilla. Se sumó la mexicana Meche Barba. Carmina  nació el 19 de noviembre de 1929 en La Habana. Sus movimientos de cadera, las plumas de sus atuendos y lentejuelas, son referencia de un cine que pobló los sueños eróticos de la época.

Juan Orol inventa el cine de rumberas

Rosa Carmina incursiona en el cine mexicano gracias al actor y director Juan Orol, figura mítica de la industria. Orol fue a La Habana en busca de una nueva musa, luego de terminar su relación con María Antonieta Pons, con quien hizo cinco películas, y terminó casándose.

Orol viajó a Cuba para convencer a Carmina de venir a México. En principio la bailarina no quería porque estaba comprometida. Orol le ofreció un contrato para hacer tres películas, y aceptó.

Carmina se forja una carrera después de trabajar con Orol en: Una mujer de Oriente (1946) y Tania, la bella salvaje (1947). En 1947, realiza Gángsters contra charros, y El reino de los gángsters (1947). Después participa en El charro del arrabal (1948), Amor salvaje (1949) y Cabaret Shanghai (1949).

En la década de los 50 realizaron “¡Qué idiotas son los hombres!” (1950), a la que sigue la trilogía de Percal: El infierno de los pobres, Perdición de mujeres y Hombres sin alma, 1950.

Rueda La diosa de Tahití (1952); Sandra, la mujer de fuego (1952), El sindicato del crimen (1953), Bajo la influencia del miedo (1954) y Secretaria peligrosa (1955).

Las películas que hizo bajo la batuta de Alberto Gout, son recordadas como sus mejores cintas. Con el director de Aventurera (1950) hizo filmes como Traicionera (1950), En carne viva y Noche de perdición (1951); la comedia Especialista en señoras (1952), Estrella sin luz (1952) y La segunda mujer (1954), al lado de Antonio Aguilar.

En biografías y referencias acerca de Carmina, dicen que el pintor José Luis Cuevas le puso Zona Rosa a este emblemático sector de la Ciudad de México, en honor a la figura alta y distinguida de la actriz.

Entre sus últimas incursiones en cine se cuenta la película que hizo bajo la dirección del escritor Mario Vargas Llosa, Pantaleón y las visitadoras (1977), basada en su novela homónima; en 1981, bajo la batuta de Arturo Ripstein, filma Rastro de muerte, junto a Pedro Armendáriz Jr.; luego Teatro Follies, musical hecho para televisión con María Victoria y Yolanda Montes “Tongolele”.

 

Carmina hizo también carrera en televisión, participó en telenovelas como La pasión de Isabela (1984), Juana Iris (1985), Muchachita (1986), Simplemente María (1989), Morir para vivir (1989), La hora marcada (1990) y María Mercedes (1992), junto a Thalía, lo que marcó su retiro definitivo. México (NOTIMEX)

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