En la línea fronteriza de Tijuana y San Diego realizaron ceremonia a favor de migrantes deportados

Por Francisco ALEJANDRE

“Estamos aquí para solidarizarnos con la gente que ha sido deportada, expulsada de los Estados Unidos y de otras latitudes”, comentó un ministro religioso que atiende una congregación de fieles en San Diego, justo en el límite territorial entre México y Estados Unidos, en Tijuana y San Diego.

La homilía se llevó a cabo “del lado americano” y en territorio mexicano de manera simultánea el pasado domingo 11 a la una y media de la tarde.

A los fieles nos separaba la barda que divide a los dos países. Pero la unidad se puso de manifiesto y quedó evidenciado que, hermanados en Cristo, todos somos uno.

La barda, que existe desde hace muchos años y desemboca en el mar, es motivo de espacios para el arte y manifestaciones culturales por parte de jóvenes que se han sensibilizado de la tragedia que envuelve a los migrantes desplazados.

De acuerdo con un informe publicado por José Luis Camarillo en el espacio de “Fórmula de Fin de Semana”, se manifestó que en esta frontera (la de Tijuana), son expulsadas hasta 50 mil personas procedentes del estado de California y otros cercanos a esa línea fronteriza.

Con anterioridad, el arzobispo de Baja California, Francisco Moreno Barrón, llevó una imagen de la Virgen de Guadalupe, con la que recorrió varios metros de la barda e hizo oración por los migrantes, que se encuentran en Estados Unidos y que se prevé sean deportados en cuanto Donald Trump tome posesión de la presidencia estadounidense. Esos son los temores que el magnate inmobiliario ha despertado entre la población mexicana que vive de cerca el drama de la deportación y separación de familias.

Se habla de más de tres millones de personas, que no cuentan con documentos y Tijuana sería la principal receptora de esa gente.

En la línea fronteriza convergen muchas historias, un mar de anécdotas, el reencuentro de familias de ambos lados; los familiares conviven brevemente, separados por la barda, los alambres que permiten la introducción de un dedo y ponerse en contacto con sus familiares. Un drama real, repugnante, que no debe ser alimentado por el odio de quienes se erigen como hacedores de la historia.

Vaya pues, un cálido abrazo solidario a todas esas familias que han sido separadas por la ceguera y la ignorancia de nuestros gobernantes. Porque la responsabilidad es de ambos lados de la frontera, de ambos gobiernos. México debe dar un mejor trato a los migrantes centroamericanos que cruzan el país, a los haitianos que duermen en las calles, porque no hay cupo en los albergues.

Son mujeres, niños y hombres que duermen en la calle y no tienen como cubrirse del frío; que una persona duerma en la calle es inhumano; pero que familias completas no tengan como protegerse provoca indignación.

 

Urge que las autoridades dejen de ignorar la realidad y se pongan a trabajar.

 

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