Transporte fatal en el campo: ¿Migrantes “desechables”?

José Rangel Chávez y otros 18 trabajadores mexicanos con permiso de ingreso temporal dormían cuando su autobús recorría la autopista interestatal 40 bajo una lluvia ligera. Después de nueve meses fuera de casa, el joven de 22 años estaba a punto de completar un viaje de ida y vuelta de casi 8 mil kilómetros (5 mil millas).

Los jornaleros estaban justo al norte de Little Rock, Arkansas, luego de haber viajado medio día desde la frontera, cuando el vehículo chocó contra un apoyo de concreto en un puente, pelando el techo como si se tratara de una lata de sardinas. Chávez y otros cinco hombres murieron. Siete trabajadores más resultaron heridos de gravedad.

El choque en noviembre de 2015 fue el resultado de problemas crónicos dentro de la agricultura estadounidense, que depende de un suministro confiable de trabajadores inmigrantes que cobran salarios bajos.

Chávez y los demás jornaleros formaban parte de una migración masiva anual posible gracias en parte a una garantía de transporte diario, gratuito y seguro hacia y desde los campos.

Al final de la temporada, tienen esa misma garantía para poder regresar a sus países con sus seres queridos, pero para muchos, ese transporte no es ni gratuito ni seguro.

Hace más de medio siglo el peor accidente fatal de Estados Unidos mató a casi tres decenas de migrantes, un horror que los defensores de los trabajadores agrícolas esperaban que significaría la adopción de reformas duraderas. Sin embargo, debido a las lagunas en la aplicación de las leyes y a las actitudes a veces insensibles de quienes contratan a los trabajadores, los peones siguen viajando en vehículos sobrecargados, mal mantenidos, sin seguro y conducidos a menudo por un compañero sin una licencia apropiada o sin licencia.

La Associated Press encontró más de una decena de accidentes que dejaron al menos 38 muertos y casi 200 heridos desde enero de 2015. Las bajas incluyeron a dos niños -uno de 4 años y otro de 5- que viajaban con sus padres, ambos trabajadores migrantes. Arkansas (AP)

 

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