Ballet Izel y Román Lizaola... ¿Quién dijo que 17 años no es nada?

Por Roberto PELÁEZ

Al experimentado maestro Román Lizaola le cabe aquello de que ‘el tiempo pasa muy rápido’. Al frente del Ballet Izel desde el primer momento, recuerda con nitidez aquel día de abril del 2006 en que ‘nace’ su reconocida agrupación danzaria, la misma que recientemente dejó atrás sus primeros 17 años. Se dice fácil.

Él es de los que no deja las cosas para después o sencillamente última hora, prefiere encarar cada presentación del Ballet Izel con una significativa cuota de responsabilidad, con agotadores ensayos, porque el mexicano Lizaola es, a no dudarlo, un perfeccionista enamorado de la danza.

“Miro atrás, advierte, y de alguna manera me resisto a creer cuánto hemos crecido, todo lo que hemos conseguido, sin que nada ni nadie nos regale nada, en gran medida le debemos todo a la consagración y la entrega en las sesiones de ensayo.

“Hace 17 abriles, prosigue, iniciamos Ballet Izel con sólo cuatro parejas, y hoy contamos con 15 parejas de adultos, y es justo apuntar que entre infantiles, juveniles y avanzados tenemos cerca de un centenar alumnos”.

A la próxima pregunta responde: “Para nosotros es de importancia capital que al niño, al adolescente, al joven, le guste la danza, destaca el profesor y bailarín, es muy relevante que los padres comprendan que la clave del éxito está precisamente ahí, en el amor a la danza y las agotadoras sesiones de ensayos, las repeticiones, por un respeto al bailarín, a la danza, a la cultura de los diferentes estados mexicanos”, recalca.

Cada presentación de Ballet Izel es antecedida por mucho trabajo, sobre el que se sustenta el marcado optimismo de este hombre que lo fía todo al incesante quehacer “creemos siempre en el éxito por el rigor en los ensayos, la entrega, la constancia, y claro, el amor a la danza”, resalta.

“Te aseguro algo, puedes sentir un gran amor por la danza, tener mucho talento, sin embargo el éxito en las presentaciones se garantiza con la entrega total en los ensayos, la severidad, el rigor, hacer las cosas una y otra vez para conseguir la perfección, cuidar cada detalle, el vestuario, los peinados, los zapatos, los gestos... no puede descuidarse nada, por sencillo que parezca... ahí está la clave del éxito”.

Al referirse a los fundadores, comenta: “de los integrantes de aquellas cuatro parejas iniciales sólo quedo yo en las filas del Ballet Izel, pero algo es innegable, le agradezco a todos los que por años han estado a mi lado, aunque sea para dar una idea, alentar, sugerir, enseñar, eso lo valoro, le concede especial importancia

“No quiero mencionar nombres, prefiero no correr el riesgo de dejar a alguien fuera, un olvido involuntario, dice, sin embargo ellos saben que a todos les agradezco y reconozco sus contribuciones, su esfuerzo en diferentes momentos”, afirma el director de la compañía danzaria.

Con el rostro serio, sudoroso, el entrevistado no lo piensa dos veces para externar: “no es difícil imaginar que quiero a Ballet Izel como a un hijo, sencillamente esta es mi obra, a ella le he dedicado mis energías, mis ideas, le entrego cada día todas mis fuerzas; en gran medida me acuesto y me levanto pensando en Izel, en cómo hacer las cosas mejor... por si fuera poco, abunda, amo mis raíces, el folklor que me ata a México, no concibo mi vida sin él.

“Tengo muy adentro, añade, eso de que ‘la danza es de lo más noble de la cultura mexicana’; desde mucho antes de fundar Izel, subraya Lizaola, siempre me animó reflejar la cultura mexicana a través de la danza, y eso, por supuesto, es complicado, abarcador, porque involucra también el vestuario, y hay que ser exigente, celoso con los detalles, de ninguna manera, resalta, se puede ser superficial con la cultura de determinado lugar por pequeño que sea, de un estado o país”, subraya.

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