El ajedrecista Rocca... Segundo lugar entre más de 50 jugadores

Por Roberto PELÁEZ

La edición más reciente del torneo ajedrecístico en homenaje al jugador Walter Browne reporta una motivación especial al argentino Héctor Rocca, asentado hace 16 años en Las Vegas. La competencia tiene por sede al hotel y casino Westgate y reúne a más de mil trebejistas. El entrevistado se las ingenia para después de tres décadas sin medirse a rival alguno, adueñarse del segundo lugar de su grupo.

Rocca nace y crece en un barrio de Argentina donde pocos han escuchado hablar de ajedrez, enamorado de las piezas blancas y negras, de peones y caballos, aprende a jugar llevando al tablero las transcripciones de las partidas que se publican en los periódicos y revistas.

Hay que tener en cuenta que en 1939 Argentina organiza la Olimpiada mundial de ajedrez, rememora el hombre que tengo delante, una especie de enciclopedia del bien llamado ‘juego ciencia’, y en medio de ese torneo al más alto nivel comienza la II Guerra Mundial, muchas figuras relevantes, prosigue, no regresan a sus hogares en una Europa destruida, pierden sus casas, sus familias, y de cierta forma esta triste situación convierte de la noche a la mañana a Argentina en una potencia ajedrecística, donde fijan residencia muchos Grandes Maestros.

Se reconoce amante furibundo al ajedrez agresivo, de ataques y combinaciones, de sacrificios, de ahí su simpatía por Mijail Tal, a quien llamaban “el genio de Riga’, campeón mundial en 1960, pero sin dudas un ajedrecista al que los problemas de salud le propinan más de un golpe bajo.

Junto a mi pasión por el ajedrez, apunta el entrevistado, ‘descubro’ mi vocación docente, y comienzo a difundir el juego entre amigos del barrio, a organizar torneos, me vuelco a eso, enseño los nombres de las piezas, como se mueven, los rudimentos del juego...

El torneo Walter Browne

Se trata, dice Héctor, de una competencia anual, en esta oportunidad toman parte más de mil 100 jugadores, repartidos en grupos, es algo impresionante, da la posibilidad de ver a personas de muchas nacionalidades diferentes, que hablan idiomas distintos, aunque por supuesto predomina el inglés, y por otro lado hay modalides, el ajedrez rápido, el certamen infantil, el femenino, el grupo de los grandes maestros (OPEN), y uno puede ver a jugadores de muy corta edad y a otros que pasan de 60 años, yo diría de tres generaciones, apunta.

Me inscribo en el denominado grupo intermedio, más de 50 ajedrecistas por el ‘sistema suizo’ que enfrenta a quienes llevan una puntuación más o menos pareja; juego seis partidas, gano cinco y pierdo una. El ganador se impuso en las seis. Para mi, explica, es un torneo satisfactorio, marca mi regreso al ajedrez competitivo, pongo en práctica mi ajedrez agresivo, mi juego combinativo, y en una de las partidas ‘sacrifico’ la dama por dos piezas menores a cambio de una posición que me lleva a la victoria final.

No creo que siga jugando, Las Vegas no es una plaza que ofrezca muchas posibilidades a un deporte como el ajedrez, y sin embargo debemos reconocer que se pudiera hacer mucho en función de esto, precisa.

 

Tenemos parques, argumenta, hay mesas, solo se tienen que dibujar los tableros, que servirían también para jugar dama y otras modalidades; estoy seguro de que saldrían muchos jugadores talentosos, llamaría la atención de niños y adultos, sería excelente y muy económico, apunta con una sonrisa.

 

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