La noble y difícil tarea de ser padres

Por Rafael ROMERO

No importa que te llames Juan, José, Pedro, Carlos o Guillermo, llega el domingo 21, Día de los Padres, y los dueños, el personal del semanario El Mundo quieren felicitarte.

Cuántas veces los padres, con la experiencia que dan los años, repiten a sus hijos: “todo llega a su tiempo”, es una manera de decir que las cosas que realmente valen la pena exigen paciencia.

Sucede que, en lo concerniente a ventas, se resalta -con sobrada justicia- el Día de las Madres, en detrimento de la jornada dedicada a los padres. Craso error. Ambas figuras desempeñan un papel de importancia capital en el seno familiar, en la crianza de los hijos, que los ven o consideran a ambos una especie de ‘patrón’.

El padre, por supuesto, debe platicar con sus hijos, guiarlos, educarlos, y exigirles, a la par que es capaz de sacrificarse en función del bienestar de sus pequeños (y no tan pequeños).

El proveer a los hijos de todo lo que quieren, en ocasiones hasta sin reparar en precio, no es precisamente sinónimo de más o menos amor, más constructivo resulta platicar de esfuerzo, de trabajo, de respeto, de consideración.

Corresponde al padre -y a la madre- ‘sembrar’ principios sólidos en casa, criar hijos no para que sean los mejores, sino para que sean felices; no para la familia, sino para la sociedad toda. No hagan todo por sus hijos, dejen que ellos hagan, se labren su camino, adopten sus propias decisiones.

Muy bien por el padre que intercambia criterios con sus hijos, escucha sus opiniones, sin complacerlos en todo, porque esto último, insisto, no es sinónimo de más o menos amor. Es preferible, si nos equivocamos, reconocer nuestros errores, al hacerlo se hace más firme la opinión que de nosotros tienen nuestros hijos.

Ocurre que en ocasiones los hijos esgrimen ‘no eres de estos tiempos’, ‘ya no es así’, ‘eso era antes’, para al final, con el paso de los años, reconocer que ‘papá era un sabio, se las sabía todas’, o apuntar con una cuota de tristeza ‘qué falta me hace papá’. Así es la vida.

Lo mejor, aparte de ser padre e hijo, es ser amigos, propiciar una confianza absoluta, sobre la base del cariño y el respeto, enseñar, transmitir experiencias, tener tiempo el uno para el otro, abrazarse, decirse uno al otro que se quieren... así también es la vida, es una forma de valorar al padre, decirle lo que significa. 

 

No importa que te llames Juan, José, Pedro, llegue nuestra felicitación y el deseo de que pases un excelente domingo.

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