Lidia López... menos de un mes en LV: “Caminé 25 días, desde Honduras”

Por Rafael ROMERO

Ha transcurrido casi un mes y Blanca Lidia López aun no se lo cree. Mira atrás y no sabe precisar si es sueño o una pesadilla. Lo cierto es que ya está aquí, en la ciudad de Las Vegas, con su hija más pequeña, de sólo 8 años, junto a su hermana que consiguió venir antes.

“Soy de Copan, dice Lidia López, una aldea de Honduras... creo que en el trayecto hasta demoramos unos 25 días, a veces adelantábamos un tramo en un camión, otras, pues caminando.

“Vine con mi hija menor, allá están los cuatro mayores, de 20, 18, 14 y 10 años, respectivamente, mama los atiende, ojalá un día podamos reunirnos”, resalta.

A una pregunta sobre qué estudió, la entrevistada, una mujer de baja estatura, trigueña, responde: “nada, en la aldea Copan no hay escuela, lo que hecho por mucho tiempo es limpiar y cocinar, allá trabajé bastante en un comedor, y aquí ya he podido ver que la comida es bien distinta, pero deseos de hacer algo no me faltan... pronto debo presentarme en Inmigración, vamos a ver qué me dicen.

“Soy una mujer de trabajo, apunta, salí adelante con mis hijos, los he criado sola, luchando, trabajando mucho; a mi primer esposo, padre de mis hijos mayores, lo mataron, y el segundo ni sé donde está, él no sabe de sus hijos... le agradezco mucho a mamá, sé que con ella mis otros hijos están bien cuidados, quién mejor que una abuela”, externa.

Platica con dos o tres personas que se le acercan para animarla, brindarle amistad, y la hondureña recién llegada, subraya: “entré a Estados Unidos por un lugar llamado Reynosa, de México... me han dicho que pertenece a Tamaulipas, no sé, no conozco, pero por ahí fue que pudimos entrar, después de pasar por muchos lugares, entre ellos Santa Elena, en Guatemala.

“Lo mejor es que ya estamos en Las Vegas, mi hermana vive aquí desde hace como cinco años y me ayuda, nos alentamos y eso es importante porque la separación es triste, más para los recién llegados; yo apenas he salido, no le puedo decir si la ciudad es bonita o no, creo que sí, por otro lado gracias a Dios he encontrado a muchas personas amables, se acercan y alientan, me regalan algunas cosas muy útiles, eso se agradece, más cuando una está necesitada”.

Se aleja unos metros y atiende por unos minutos el teléfono, se acerca sonriente: “es mi hermana, se preocupa, quiere saber dónde estamos, pero me acompaña Kerlin, mi sobrina”.

La plática gira en torno a la caravana que se acerca a los Estados Unidos procedente precisamente de Honduras, aunque se le han sumado personas oriundas de otros países como Guatemala, El Salvador y Nicaragua.

 

“En la caravana vienen amigos míos, gente que conozco, expresa, ojalá que puedan entrar y les vaya bien, que consigan trabajo, se acerquen a las iglesias... son personas buenas”, concluye.

Top