Pedro Navarro, un mexicano que no cree en obstáculos

Por Roberto PELÁEZ

La vida está llena de golpes bajos, adversidades, si lo sabrá el hombre que tengo delante.

Pedro Navarro, oriundo de la Ciudad de México, reside desde hace 17 años en Las Vegas, pero su historia comienza mucho antes. “A los seis años escucho por primera vez las palabras ‘retinosis pigmentaria’, me la diagnostican, y lo que es peor, le ponen ‘apellido’: progresiva.

“Entre los 15 y los 18 años, explica, la enfermedad progresa rápidamente, ya a esa edad mi vista es lo que califican de ‘no funcional’, dejé de ver por completo”, subraya con el rostro serio.

El entrevistado labora en Blind Connect, una organización no lucrativa, “imparto lecciones a otras personas privadas de la vista, mi objetivo fundamental es que retengan o recuperen su independencia, y eso se consigue al ofrecerles herramientas que les permitan adquirir habilidades”, explica Navarro.

“Yo nunca había encendido una estufa -interviene el periodista Edwin Saldarriaga- y hoy ya hasta cocino, he aprovechado bien las clases, me interesa tener habilidades, ser cada día más independiente”, afirma.

Navarro atiende una llamada telefónica, se despide y retoma la conversación: “Blind Connect, dice, se vale o funciona gracias a donaciones y ayuda gubernamental, además debo señalar que es la primera vez que ofrecemos las clases en español, antes y por varios años se brindaron en inglés.

“Se trata, significa, de un programa de 90 horas, dos frecuencias semanales de cinco horas (en el que está involucrado Saldarriaga) y cuya graduación está prevista para el 22 de este mes, el propósito es que los alumnos al final se valgan por si mismos.

“Hay otros programas, abunda, uno de ellos es residencial, y un tercero coloca -después de las lecciones-, a la persona privada de la vista en condiciones de insertarse en el mercado laboral, lo que por supuesto es un considerable logro personal, en el que se conjugan el esfuerzo del maestro y el interés, el esfuerzo, la dedicación del alumno... eso nos llena de satisfacción.

“Hay que decir que Saldarriaga ha mejorado mucho, el grupo es pequeño pero se caracteriza por la disciplina y el deseo de aprender, ya comimos algo que él cocinó, estamos muy entusiasmados”, concluye.

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