Por Rafael ROMERO
En medio de las fiestas decembrinas, Nochebuena, Navidad, entregas de juguetes, cenas familiares, preparativos para despedir el 2024 y esperar el próximo año, no puede pasarse por alto el Día de la Solidaridad Humana.
Es una de esas jornadas en que el hombre, la mujer, los niños, ponen a prueba su calidad humana, un valor que crece, se multiplica, cuando la situación se torna más compleja y difícil.
Cuando el Covid 19 estuvo en su apogeo, salió a relucir la solidaridad, proliferaron los bancos de comida, los lugares para exámenes, donde acceder a vacunas, los voluntarios. Eso dice mucho de la comunidad, del amor entre los hombres.
El Día Mundial de la Solidaridad Humana fue proclamado en el 2006, desde entonces no han faltado oportunidades para que aflore lo mejor del ser humano, de eso se trata.
Eddie Ramos, el Padre Rafael Pereira, el pastor Marko Gamboa y su equipo de trabajo que cada viernes entrega comida a centenares de personas y familias, demuestran con obra -más que con palabras- cuánto puede significar la solidaridad.
Claro que en épocas de carestía, de enfermedades, de necesidades latentes, la solidaridad debe imponerse, y muchas veces se hace sentir más allá de lo material, es cuando una palabra de aliento significa tanto, más si viene acompañada de un abrazo.
El 2024 entra en la recta final, hace los preparativos para despedirse, corresponde entonces agradecer por lo que trajo y lo que nos deja; lo menos que puede ser cualquier ser humano es ser agradecido.
Se aproximan días de promesas, que se cumplen y otras pasan al olvido, es menester agradecer y pedir que no falte nunca la solidaridad humana, en uno mismo, en familiares, amigos, compañeros de trabajo, vecinos, conocidos. No hay dudas de que cuando se exterioriza la solidaridad humana (sentimiento tan cercano al amor) la vida muestra su lado más hermoso, ese que por ningún concepto puede morir o pasar a un segundo plano.
Necesitamos que los Ramos, los Pereira, los Gamboa y tantos otros se multipliquen, todos lo vamos a agradecer.
