De Chihuahua a Las Vegas, Yolanda Estrada... un sazón como pocas

Por Roberto PELÁEZ

Yolanda Estrada mira atrás, unos 30 años, y recuerda cuando el joven Jaime viaja desde Las Vegas hasta Zaragoza, municipio mexicano de Chihuahua, para pedirle que se case con él.

Yo también era muy joven, dice, y me deslumbra enseguida aquel muchacho que habla sin parar, bueno, apunta sonriente, aun no deja de hablar, de cualquier tema, pero más de boxeo y de preparar tragos.

Se miran a los ojos y tal vez le parezca que el tiempo pasa muy rápido, platican de los años que llevan casados, de sus hijos, de sus aspiraciones, y un tema recurrente: la sazón. Ella cocina muy sabroso, advierte Jaime Estrada, y recuerda la más reciente fiesta de cumpleaños, la gente se chupaba los dedos, resalta... he disfrutado ese sazón por casi 30 años, externa.

Por varios minutos la plática gira en torno a tacos, chiles rellenos, coctel de camarones, champurrado, tamales, tortillas, ensaladas, mole, flautas... tan solo de mencionarlos se nos abre el apetito, comentan sonrientes.

Salen a relucir los nombres de sus hijos Jaime Junior, de 25 años, y Esmeralda, de 20, también tenemos una nietecita, su nombre es Valeria, de 10 años, es muy apegada a nosotros, coinciden.

Yolanda tiene cuatro hermanos, no es una mujer  que hizo estudios, sin embargo, acota, en eso de trabajar, de cocinar, de intentar una y otra vez salir adelante, es difícil encontrar a una campeona como ella, significa el amante esposo, ganador de premios en concursos de poesía, con poemas dedicados a ella, subraya.

Con mi mamá aprendí muchas cosas de la casa, asevera Yolanda, y con Martha, la madre de Jaime, pues perfecciono mi sazón, aprendo sus recetas de cocina, es algo que me gusta mucho.

Desde hace cuatro años la entrevistada trabaja como housekiping en el hotel y casino Planet Hollywood, es un trabajo fuerte, explica, debo hacer como muchas otras mujeres 15 cuartos, cinco días a la semana.

Llega a casa cansada, acota Jaime, y no soy muy bueno en la cocina, pero trato de adelantar en otras labores, ayudarla en lo posible; a veces le digo que puede dejar el trabajo en el hotel y cocinar, sé que en poco tiempo va a tener una gran clientela, por su sazón. 

Sí, expresa Yolanda, debo reconocer que mi esposo es muy trabajador, no le gusta dejar nada para mañana, cuando se le ocurre algo quiere hacerlo de inmediato; tiene facilidades como relacionista público, de hecho ya ha organizado varios eventos, mucha gente lo conoce del boxeo, ha publicado libros... él tuvo sobre sus hombros el concierto de Bridget González en el Teatro Horn, del Colegio del Sur de Nevada, cerca de Cheyenne y Pecos, precisa... sentimos por ella un gran cariño.

 

La vida propina a esta pareja un golpe bajo, les arrebata a su hija mayor víctima del cáncer, ellos la recuerdan todos los días. Era emprendedora, nos dejó su ejemplo, su cariño, y tratamos de actuar en todos los aspectos de manera que donde esté se sienta orgullosa de sus padres, agregan.

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