Jackie Sosa... Cuando el corazón no cabe en el pecho

Por Roberto PELÁEZ

A la mujer que tengo delante el corazón no le cabe en el pecho. De baja estatura, carismática, activa, solidaria, con unas ansias de superación que van al infinito y más allá. Dentro de poco, Jackie Sosa, de origen salvadoreño, va a cumplir 40 años de residir en los Estados Unidos... ¡cuatro décadas! Un tiempo, en el que considera, no ha hecho más que ayudar y ganarse el cariño de muchas personas, porque yo, dice, también doy mucho amor.

Contenta a más no poder, muestra su certificado de graduada del Programa Cert (equipo de respuesta de emergencia comunitaria), “esta es otra forma de ayudar a los demás, resalta, estoy calificada para socorrer”, abunda.

“Se trata de un curso de 18 horas, explica, de alcance nacional, que me pone en condiciones, junto a otras personas, de ayudar ante cualquier emergencia, pues somos de los primeros a quienes llaman... por ejemplo, ante un incendio, podemos rescatar personas; ante un terremoto, podemos ayudar a sacar personas de entre los escombros, brindar los primeros auxilios, es más, subraya, estamos preparados para en cinco minutos valorar las condiciones en que se encuentran alrededor de 20 víctimas”.

A una pregunta, responde para los lectores de El Mundo, “ese desprendimiento, ese interés de ayudar a los demás sin mirar a los lados, lo heredo de mi padre; y este certificado, el programa que recién he concluido, es algo hermoso, más aun para quienes como yo lo dan todo por la gente, me apasiona ayudar, tender la mano, ser solidaria... así, exactamente así era papá.

“Lo que quiero decir, sostiene, es que poseo las herramientas, gracias a ese curso, para valorar rápido qué caso es una emergencia, cuál es de media emergencia, quién necesita primeros auxilios, y quién, lamentablemente no está con nosotros”, destaca con el rostro serio. Creo que es algo muy útil, provechoso, que además se corresponde con mi sensibilidad, mis deseos de superarme, de aprender siempre algo nuevo y ponerlo en función de la gente.

“Por otro lado, remarca, es también mi manera de agradecer a este país que me ha dado tanto, a esta nación tan bella y hospitalaria, todo lo que ha hecho por mi, por millones de personas... no cabe más que agradecer”.

Bilingüe, ciudadana de los Estados Unidos desde hace mucho tiempo, ayuda a residentes que quieren obtener la ciudadanía, es de manera incuestionable un pilar dentro del Comité Centroamericano, y por si fuera poco, trabaja en un local que sirve de albergue a mujeres víctimas de violencia doméstica.

“En medio de todo tengo (hago el tiempo) para también estar cerca, muy atenta a mis hijos -Joshua, Kevin, Geshaelle y Jiancarlos-, ellos, apunta, son un verdadero regalo de Dios, nunca me canso de agradecerle por esa bendición, y de pedirle a ellos que estudien, se empeñen en salir adelante, y mejor aun, de ser buenas personas, orgullo de quienes los conozcan”. 

 

Sus ojos rasgados adquieren un brillo especial y sonríe. “Soy una mujer feliz, asegura, con una gran vocación de servicios, agradecida de la vida y de todo lo que Dios me ha permitido... y ahora más que estoy certificada para ayudar en los momentos difíciles, cuando incluso una palabra de aliento cobra un valor extraordinario”, afirma entusiasmada.

 

Top