Los amores de una artista... Es mucho teatro esta Dalia

Por Roberto PELÁEZ

“Vengo de una familia de cantantes, pero a mi me dio por el teatro’, dice, desde niña muestro cierto desenfado, nunca me detuve a pensar en el miedo escénico, en la escuela sobresalía, lo mismo declamaba un poema que se sumaba a la puesta en escena de una pequeña obra de teatro, me vinculo a movimientos culturales, y han pasado algunos años -no tantos-, agrega, y le puedo decir que eso es lo que me gusta.

“Soy de Barquisimeto, en Venezuela, ese país es uno de mis grandes amores, antes de llegar a Las Vegas resido un tiempo en Puerto Rico, pero no vamos a platicar ni de tiempo ni de años, esas son cosas relativas”, apunta, y suelta una carcajada; es difícil platicar con esta mujer y no reír con sus ocurrencias.

“Aquí, explica, veo actuar a Vicente Díaz, un colombiano que respira y vive para el teatro, y eso acaba por contagiarme, yo vine enferma, no concibo mi vida sin la actuación, sin leer un guión, una obra, involucrarme en los ensayos, por eso con lo del ‘Monólogo de la vagina’ yo me multiplico, ayudo, asesoro, aliento... es que el teatro me encanta, así como le digo, es una carrera como la del médico, no se termina de estudiar nunca, hay que aprender todos los días, y una aprende hasta con el papel más pequeñito, ése al que le ponemos todo el amor del mundo”.

Platica de obras como ‘Se vende una burra’, ‘Los tres mosqueteros’, ‘Casamiento a la fuerza’, ‘La madrastra de Cenicienta’, todas con mucha aceptación por parte del público. “Sabe que me gustaría, precisa, que los horarios de trabajo permitieran poder ensayar con todas las de la ley, que asistieran todos los artistas involucrados, hubiera temporadas de teatro... el teatro, añade, es un ‘bichito’ que se te mete muy dentro y ya no pudes estar sin él”, reflexiona.

“Claro que absorbe tiempo, asevera, si no hay puestas en escena, pues hay ensayo, o se lee una obra, se estudia un guión, el artista debe estar haciendo algo siempre, y aprendiendo, fijarse en cómo encarna su personaje éste o aquel, la gestualidad, la voz, cada detalle por pequeño que sea es útil, y por otro lado, hay que decirlo, el teatro regala muchas enseñanzas, experiencias, se imagina, hay que actuar todos los días, a sólo dos o tres metros del público, y una quiere que la actuación de anoche no se parezca a la de hoy, sea más convincente”.

Es difícil conversar con Dalia y que no salga a relucir el amor por su mamá, “ella es mi mayor tesoro, afirma, también amo a Venezuela, a mi familia, los amigos, el teatro (que es otro de mis grandes amores), quiero mucho a mi comunidad, me alegran la vida los conciertos, oh, cuando canta Chayanne hay que sujetarme porque me desmayo”, expresa y vuelve a regalar otra carcajada, “es una broma, dice, bueno, no sé”.

 

Ratifica su preferencia por las obras dramáticas, “Dentro del teatro, afirma, me gustan las obras dramáticas y las comedias, todo el mundo sabe que es muy difícil hacer reír a los espectadores, pero me gusta exigirme, yo misma me estimulo, me digo que tengo algo cómico... y me lo creo”.

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