Siempre estoy presta a enfrentar los retos: Elizabeth Lemus

Por Roberto PELÁEZ

Elizabeth Lemus mira atrás y se sonríe... las vueltas que da la vida, dice, de jugadora de ajedrez a asistente de abogados, y luego a experta en decorar platos para banquetes... es como una película que no sé en qué género encasillar, comenta.

Las peripecias de Huckleberry Finn, narradas en el libro de Mark Twain, marcaron para siempre a la entrevistada, me gusta eso de estar cerca del río, señala, andar en balsas, acampar, dormir en casas de campaña... son cosas para las que no pongo reparos, ojalá las pudiera hacer con más frecuencia, abunda, sin embargo hay que trabajar mucho y el tiempo, como la gasolina de avión se va volando. Hasta quisiera a veces jugar una partida de ajedrez, mover los peones, el caballo, la dama...

Luego de tratar de abrirse paso en el mundo del ajedrez, la entrevistada se gradúa de técnico medio en derecho, algo así como la persona que organiza los papeles en una oficina de abogados, allá en su natal Guantánamo, en el oriente del oriente de Cuba.

Es la menor de cuatro hermanos, le anteceden Abel, Marilyn y Augusto; marzo de 1993 marca para ella el inicio de una nueva vida, llega a los Estados Unidos. El principio es difícil, continúa, como creo es para los emigrantes, pues dejamos atrás lo que ha sido nuestra vida, a familiares, amigos, vivencias, recuerdos... a veces considero que es como volver a nacer, abrir los ojos a otra realidad, además está lo del idioma, que para muchos es un obstáculo considerable.

Lo bueno, precisa, es que enseguida me pongo a tomar clases, asisto a la Escuela de la Culinaria aprendo a decorar platos para banquetes; debo reconocer que no me queda mucho tiempo para leer, sin embargo tengo habilidades para cosas manuales, escucho música, bailo pero me cuesta seguirle el paso a mi esposo... trato de resistir los golpes bajos de la vida, y en medio de todo abrirle una hendija a la alegría, resalta. No, no canto, quien sí canta es mi hermano Augusto, gracias que sólo lo hace en la ducha, porque él es de los que canta bien y se escucha mal, pero tiene un entusiasmo...

Madre de Franklin y Elizabeth, se declara orgullosa de ellos, los adoro, apunta, y a mis nietos lo mismo; mi hijo es veterano, estuvo en Irak en el 2004 y luego en Afganistán en el 2009, cumplía un deber, una responsabilidad como ciudadano de este país que nos abrió los brazos, sin embargo eso no mella la tensión, el nerviosismo, las preocupaciones de la familia y mía como madre, resalta con un brillo de orgullo en los ojos.

A una pregunta de El Mundo destaca: Oh, esta cabeza mía, sí, después de graduarme en la Escuela Culinaria trabajo por 10 años en el Stratosphere hotel y casino, después paso al Wynn, como ve, con 25 años en Las Vegas no he cambiado mucho de trabajo, prefiero la estabilidad laboral, aprender todos los días algo y ofrecer mi experiencia... sí, es como todo, o casi todo, comenta, tengo días que llego a casa sin fuerzas ni para peinarme, otras pues me va mejor.

Como buena cubana, apunta, me gusta el arroz con frijoles -congrí, le decimos nosotros-, la carne de puerco asada, los plátanos maduros frito, y debo decir que la ensalada de pollo me encanta, nunca he probado mejores que las hecha por mamá. Que triste, indica con voz entrecortada, sabes que hace poco se fue al cielo. Lo mejor es que le dimos todo el amor del mundo.

 

Se mira al espejo y extiende la mano en señal de despedida. Me alegra platicar para El Mundo, es el periódico que leo desde que vivo Las Vegas, el que está más cerca de la comunidad, afirma mientras se aleja.

 

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