El secretario del Ejército, Ryan McCarthy, aseguró que los involucrados en el caso de la soldado Vanessa Guillén tendrán que rendir cuentas y aseguró que “está claro” que su cuerpo militar ha defraudado a su familia.
“Vamos a encontrar respuestas y haremos que la gente rinda cuentas”, dijo.
Desde principios de la investigación se vinculó a Guillén con su presunto asesino, el soldado Aaron Robinson, que ostentaba un rango superior al de la joven porque fue la última persona que la había visto con vida.
La noche en que la hispana desapareció de su base de Fort Hood, Texas, el 22 de abril, tres soldados aseguraron que la vieron fumando fuera del cuarto de armas a una hora diferente a la que en realidad había dejado ese lugar.
Eso llevó la investigación al estacionamiento, donde dijeron que la vieron caminar... se investigó ese lugar; se emplearon perros pero no se encontró nada.
Se pudo conocer que en el estacionamiento no hay cámaras ni tampoco cerca de la sala de armas. McCarthy destacó que el testimonio de esos tres soldados estancó la investigación un mes.
Lo anterior les dio una coartada de vincular a Robinson con Guillén a pesar de que no sabían con exactitud a qué hora la joven soldado se había ido del lugar.
La soldado desapareció poco después de contar a su familia que había sido acosada sexualmente por uno de sus sargentos. El 30 de junio, sus restos fueron hallados cerca del río León, donde fueron enterrados por su presunto asesino, quien se suicidó cuando la Policía se disponía a interrogarlo.
En los registros telefónicos de Robinson, los investigadores encontraron que éste había llamado a su pareja Cecily Aguilar varias veces la noche en que Guillén desapareció, lo que levantó sospechas porque había dicho inicialmente que había estado con ella toda la noche. Nueva York (EFE)
