Editorial 09-21-13: Mes de la Herencia Hispana: Tiempo para celebrar y reflexionar

Transcurre el Mes de la Herencia Hispana, y la comunidad tiene hasta el 15 de octubre para celebrar... sin embargo la época de cambiar oro por espejitos quedó atrás hace mucho. Hoy corresponde celebrar, pero sin bajar la guardia, pues se da por descontado que se impone presionar aun más por la reforma migratoria, no se puede permitir que duerma el sueño eterno. Los demócratas y la Casa Blanca no pueden sacar el dedo del renglón, de lo contrario seguirán ‘lloviendo’ excusas por parte del Congreso y republicanos recalcitrantes.

Son días para desfilar, celebrar las fechas patria, mostrar las raíces y la identidad, reconocer cuánto hicieron y aportaron los hispanos que llegaron antes a este país de oportunidades. Vale aprovechar para agradecer a esta nación, aquí vive una comunidad, estudia, trabaja, se empeña en un futuro mejor.

Sin embargo el brillo, el entusiasmo, la alegría, las celebraciones por el Mes de la Herencia Hispana no deben cegar a nadie. Sirvan estos días también para reflexionar. ¿Cuántos cargan sin miramientos contra los hispanos? ¿De cuántas cosas culpan a la comunidad y le toca bailar siempre con la más fea?

Si se aborda el bochornoso problema de la violencia doméstica, no falta quien afirme que los hispanos son los “abanderados”; si el tema es la deserción escolar, sobresalen los latinos, y ni hablar de impuntualidad y ausencia a los eventos importantes y trascendentales, mientras se respalda de manera absoluta las novelas y los partidos de futbol.

El comportamiento feo da la razón a quienes arremeten contra los hispanos. Se olvida que la educación y la cultura comienzan por casa.

Hacer bulla, querer celebrar hasta altas horas de la noche sin reparar en el vecino, dejar basuras en los parques, cruzar las calles por donde está prohibido, no regresar los carritos de los negocios a su lugar, no dignarse a contestar el saludo, son algunas de las “flores” que adornan a la comunidad hispana. De todo eso se habla tanto...

Sin embargo la ‘película’ tiene otra parte: ¿Cuántos hablan de que la inscripción de hispanos en colegios y universidades del país rebasa el número de anglosajones? Pocos.

De los hispanos emprendedores que salvaron la barrera del idioma y con su esfuerzo, con más de un trabajo salieron adelante. Se habla a veces. De los hispanos naturalizados o nacidos aquí que integran las selecciones deportivas de Estados Unidos y ganan medallas. Menos.

De quienes optan al quedarse sin trabajo por vender naranjas, fresas, o lavar carros, y no esperar al que sale del negocio para pedir limosna. Tampoco se habla, ¡ellos luchan la vida! Tratan de llevar el pan a casa.

Cuando se escucha a quienes se olvidan de sus orígenes para denigrar de los suyos, relucen los versos de José Martí:

“Aquí está el pecho (...) que ya sé que lo herirás, más grande debiera ser para que lo hirieses más, porque noto, alma torcida, que en mi pecho milagroso mientras más onda la herida es mi canto más hermoso”.

 

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