Editorial: Batalla de Puebla... La indiscutible fuerza del ejemplo

La historia está ahí. Puede parecer lejana, remota, sin embargo luce vibrante. Aseguran que a miles de kilómetros de América, el ‘nuevo mundo’, las codiciosas autoridades de tres potencias de la época (1861) se sintieron ‘ultrajadas, ofendidas’ por la decisión del presidente mexicano Benito Juárez de no pagar la deuda externa.

Entonces, encolerizadas, aquellas suscribieron lo que se dio en llamar Convención de Londres, la misma que atestiguaba que Francia, España e Inglaterra asumían el compromiso de invadir militarmente al país rebelde (México) que cansado de que lo saquearan adoptaba una postura tan vertical como firme.

El presidente Juárez se convertía en el mandatario de un país maltrecho, depauperado económicamente, que de seguro hubiese preferido resolver las diferencias por la vía diplomática... los europeos pensaban bien distinto, sin encomendarse a alguien dieron la orden de organizar a sus hombres, pasar revista a los recursos disponibles, y emprendieran viaje rumbo a México, tal vez con la idea de que aquello sería el clásico ‘coser y cantar’.

Algunos estudiosos precisan que los líderes del ‘viejo continente sacaron cuentas para repartirse los 80 millones de pesos adeudados.

Juárez no se quedó cruzado de brazos, ordenó movilizar hombres y pertrechos a Puebla, a la vez que designaba a Ignacio Zaragoza al frente de las tropas.

Advierten también que uno de los ejércitos más poderosos de la época -el francés-, con una significativa cantidad de hombres y armamentos, con una infantería superior a los 6 mil soldados, batallón de fusileros e ingenieros, cuerpo de caballería, junto a un escuadrón de cazadores de África... vaya, para ponerle la bota en la garganta a cualquier país de indígenas que osara, se atreviera a ‘alzar la voz’. Dicho con otras palabras, un ejército respetado, deseoso de ‘aplastar’ a quien se pusiera delante.

El 5 de mayo de 1862, -se cumple este domingo el aniversario 162-, el poderoso ejército francés, sus oficiales, el comandante Charles Ferdinand Latrille, aprendieron la lección: hay algo que se llama heroismo.

Los europeos conocieron lo que puede hacer un hombre cuando defiende lo suyo, no quiere que le mancillen el suelo patrio, está decidido a romper las cadenas.

Los franceses dejaron en el campo de batalla a 172 muertos o desaparecidos, más de 300 heridos, y prisioneros...

Fue una batalla trascendental, el resultado resiste el paso del tiempo, unas fuerzas inferiores en cantidad de hombres y armamentos, con menos pertrechos, consiguieron vencer a un ejército poderoso, uno de los más fuertes de la época. 

Fue la primera batalla de una guerra, al final se impuso México. Los franceses perdieron en la misma más de 11 mil hombres.

Vinieron otros combates, la llamada Segunda Batalla de Puebla, eso es otra historia. 

Quedaron detrás 162 años, los mexicanos no olvidan a sus héroes, que a riesgo de perder sus vidas hicieron conocer la derrota al insolente invasor. El ejemplo pervive.

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